- El cine argentino y costarricense puso ayer el acento iberoamericano en una nueva jornada de la 66ª Semana Internacional de Cine de Valladolid (Seminci), que celebra el Día de Argentina y en la que también concursó la película ganadora del pasado festival de Venecia.
Paula Hernández, cargada con nueve premios de la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas de Argentina, presentó en España Las siamesas, su tercer largometraje de ficción.
Su obra está basada en el cuento homónimo del escritor argentino Guillermo Saccomano, la cual profundiza en el vínculo existente entre una madre, interpretada por Rita Cortese, y su hija, encarnada por Valeria Lois, de vidas paralelas pero caminos convergentes en la común soledad que las atenaza y que no resuelven estando juntas.
Es la cuarta película de Hernández después de Herencia (2001), Lluvia (2008) y Los sonámbulos (2019), concebida como un ensayo teatral con un reducido elenco y escenarios, rodada en apenas quince días y que “reflexiona sobre cuestiones que tenían que ver con la maternidad como en mi película anterior”, explicaba la directora.
Las dos protagonistas se embarcan en un viaje de autobús hacia la costa para tomar posesión de dos apartamentos que la hija recibió en herencia de su padre, figura ausente pero omnipresente, objeto de la discordia entre las dos protagonistas y detonante de la reflexión de Paula Hernández, quien ha reunido en una misma cinta a dos actrices que con anterioridad ya había dirigido por separado.
Por primera vez en los sesenta y seis años del festival de cine de Valladolid una película de Costa Rica compitió en su sección oficial gracias a la directora Nathalie Álvarez Mesén, que presentó Clara sola, su primer largometraje de ficción, una reflexión sobre el origen religioso de la sociedad patriarcal.
Nacida en Suecia, pero con raíces familiares en Costa Rica y Uruguay, Nathalie Álvarez dibuja en el filme, con la ayuda de la actriz y bailarina Wendy Chinchilla, el recorrido que sigue una mujer curandera desde su reducido rol social hasta su despertar hacia otras realidades, principalmente a través del sexo, que la directora insinúa como metáfora de la liberación de la mujer.
Clara sola es el primer largometraje de ficción de la directora, presentado el pasado julio en la Quincena de Realizadores, una sección paralela del festival de Cannes, y en la actualidad trabaja ya en su nuevo proyecto, The wolf will tear your inmaculate hands, un drama ambientado en la América colonial.
El cine iberoamericano compitió con dos producciones europeas de peso, entre ellas el último León de Oro del festival de Venecia, L’Evénément, firme candidato al palmarés de la Seminci con esta película, el segundo largometraje de la directora francesa Audrey Diwan, de origen libanés.
Bien entrado el siglo XXI, Diwan refresca y actualiza el debate social del aborto desde la perspectiva de hace casi setenta años, la época en que ha ambientado este relato que vuelve a reflejar el conflicto entre el cuerpo y la mente, la tensión entre el deseo y la realidad de un tiempo en que la interrupción deliberada del embarazo era un delito perseguido férreamente por la ley.
Su proyección en Valladolid fue el estreno en España de un filme que, en cierto modo, evoca el origen, la raíz de la lucha en favor de la interrupción del embarazo sin conculcar la ley y con todas las garantías para la salud y el bienestar de las mujeres.
Concursó también en el festival La fam, del director suizo Fred Baillif, donde plantea la condición de educador y trabajador social en centros de acogida para menores que han sido víctimas de abusos sexuales.