- Desde hace ya un tiempo, el sello Underpool tiene por costumbre editar discos que nacen de la invitación a diferentes músicos para juntarse. Hace no mucho vio la luz un nuevo álbum que reúne a Roger Mas -que también desarrolla su faz formativa en Musikene-, Gorka Benítez (saxo), Ramón Prats (batería) y Martín Leiton (contrabajo), un disco que es la excusa perfecta para la actuación que esta tarde a las 20.00 horas va a tener lugar en la capital alavesa, aunque en este caso Ledián Mola también será de la partida en sustitución de Leiton.

Poco a poco, parece que se van recuperando espacios frente a la pandemia, como los aforos al 100%.

-Y ojalá la situación, por lo menos, aguante. En mi caso personal, todo esto de la pandemia ha sido un desastre porque he tenido porque mientras muchos compañeros me hablaban de que les estaban pasando conciertos a 2022, yo estaba viendo como se cancelaba directamente casi todo. Pero bueno, parece que vamos recuperando algo poco a poco.

Pero más allá de volver a poner en marcha el motor de la agenda de conciertos, ¿está siendo complicado reactivar la mente, máxime para músicos como ustedes, que siempre están en varios proyectos al mismo tiempo, quedando todo en el limbo en marzo de 2020?

-Las primeras situaciones de esta normalidad me están, llevando a nivel musical, a vivir estos momentos con mucha intensidad, más emocional que cerebral. Estamos dando conciertos donde las células de la piel y el corazón se mueven más intensamente que las del cerebro. Estoy con mucha emoción de poder a hacer conciertos y reencontrarme en el escenario con los compañeros y con el público. Ahora he grabado un nuevo disco, es decir, he vuelto a entrar en un estudio, y la valoración ha sido: ¡pero cuánta emoción hay aquí! Ha sido dejarme llevar, abrir el grifo y ya está.

Varios de ustedes se conocen bien desde hace tiempo, lo que siempre facilita el diálogo, pero a veces, ¿no puede ser eso un poco repetitivo para el propio músico?

-La promiscuidad de los músicos de jazz hace que no estemos tanto tiempo con algunos. No hay posibilidad de aburrirte. Es más, apetece mucho, y después de esto que estamos viviendo todavía más, reencontrarse, recuperar los hilos, las sonrisas en el escenario, las miradas. No estamos todavía tan hartos de nosotros mismos (risas). Otra cosa es que estuviéramos en un grupo, apostando durante varios años seguidos solo por un proyecto.

¿Qué se va a encontrar el público que hoy les vea en Dazz?

-En el proyecto que llevan desde Underpool, cada músico de los que se invita para reunirlos suele aportar entre tres y cinco composiciones, y de ahí se va decidiendo hasta llegar al repertorio final. Así que en el concierto habrá canciones mías, de Ramón y también de Gorka, que viene con muchas ganas de cantar. Así que la gente podrá encontrarse un paquete de temas muy distintos entre ellos, muy variopintos.

Además de pianista y compositor está su labor docente. Hay quien se extraña de que las nuevas generaciones sigan encontrando en el jazz su vía de expresión. ¿A usted le sorprende?

-Aquí tendría como dos respuestas. A Bill Evans hace cuatro décadas le preguntaban qué le parecía que a sus conciertos fuera tanta gente joven. Y él respondía: bueno, es que, seguramente, la gente joven tiene muchas ganas de escuchar un mensaje un poco más profundo y elaborado. Hay gente que hoy sigue buscando en su juventud para ampliar sus conocimientos musicales, y beber de la tradición para poder proyectar nuevos lenguajes. Pero, y ahí la otra respuesta, desgraciadamente este rango de gente es cada vez más reducida y eso también se demuestra en que los conservatorios de estudios superiores de jazz tienen que abrir la puerta también a todo el repertorio de música moderna, si es que hay una línea que separa jazz y música moderna, claro. Los conservatorios y los profesores están haciendo el esfuerzo de ensanchar y abrirse más allá de las fronteras del jazz. Eso también nos enriquece, cuidado. Pero es verdad que es complicado definir. ¿Qué es lo importante que tenemos que ver en el conservatorio, Beatles, Stevie Wonder y de ahí nos vamos a Snarky Puppy y llegamos a los grupos actuales de hip hop? ¿Dónde está el límite? Por contra, también te puedes encontrar, en torno al jazz, cierto academicismo un tanto casposo. La cuestión es encontrar el equilibrio para encontrar oportunidades.