El de 2020 fue un verano muy diferente. Museos y salas de exposiciones afrontaban unos meses llenos de incertidumbre tras su reapertura a principios y mediados de junio. Fue un inicio complicado tras tanto tiempo de puertas cerradas al público. Había que aplicar nuevas formas de hacer y recibir, sin perder de vista ninguna medida, pero tampoco que la movilidad estaba muy reducida y que, por tanto, la afluencia de visitantes foráneos era casi testimonial. En este curso transcurrido, todo aquello se ha ido asumiendo hasta convertirlo casi en rutina, y se han podido recuperar algunas muestras y programaciones que en su momento quedaron en el limbo. Otras producciones o propuestas, sin embargo, se quedarán para siempre atrás. También los tránsitos, por lo menos entre provincias, son mayores y aunque se esté lejos todavía de recuperar la vida como antes de la aparición de la pandemia, la época estival de este 2021 está transcurriendo en un escenario un tanto distinto.

Una de las consecuencias de la presencia del coronavirus es que los veranos en la capital alavesa están siendo distintos en el plano cultural toda vez pasadas las fiestas de La Blanca. Hasta 2019, el ciclo escénico de Ortzai y el Festival-Curso Internacional de Música de Vitoria eran las dos únicas gotas de agua que acompañaban a los reclamos expositivos en el oasis gasteiztarra. Pero el covid ha llevado a que, sobre todo desde lo público, se hayan puesto en marcha programaciones al aire libre con teatro, conciertos, cine, humor, danza y magia tanto en 2020 como en este 2021. En este contexto, y aunque hay espacios como Zas que han cerrado en agosto por vacaciones, la oferta de muestras mantiene su pulso tanto para quienes se han quedado en la ciudad como para quienes acuden unos días a ella.

El que mayor número de exposiciones presenta a lo largo de este verano es Artium, que aunque todavía no ha podido recuperar ciclos habituales otros veranos, como el de cine y gastronomía que desarrollaba con el Cube, sí está llevando a cabo recorridos temáticos y actividades especiales, sin perder de vista que el próximo día 26 se reencontrará con Korterraza para acoger una sesión de visionado de cortometrajes con contenido social.

En paralelo, con quienes cruzan sus puertas y entran en sus salas está compartiendo Logbook de Katinka Bock, Zeru bat, hamaika bide. Prácticas artísticas en el País Vasco entre 1977 y 2002, Una exposición sin arquitectura de Xabier Salaberria, Autoconstrucción. Piezas sueltas. Juego y experiencia de Antonio Ballester Moreno, Tuya gigante, tuya occidental (Contextos desde una colección) de Nadia Barkate, Paraíso de Maddi Barber & Marina Lameiro (dentro del nuevo espacio dedicado en exclusiva a la producción audiovisual contemporánea), El punto de vista inquieto de Gerardo Armesto y Bigarren bidea. Zeru bat, hamaika bide.

No muy lejos, subiendo a la colina, también Montehermoso se encuentra acogiendo dos muestras en esta época estival, más allá de algunas propuestas, sobre todo vinculadas con la música en directo, que se están llevando a cabo, aunque con bastante separación temporal entre unas citas y otras. En lo que respecta al antiguo Depósito de Aguas, es la obra pictórica de Inés Medina la que está copando el espacio con Proceso de investigación psicoanalítica plástica sobre desigualdad y violencia de género. Diferenciación. Reconstrucción de identidad. Un poco más arriba, en la primera planta, es la artista gasteiztarra Gala Knörr la que está centrando la atención gracias a How to make friends and influence people, una producción que está atrayendo muchas miradas desde su apertura.

Sin salir del Casco Viejo, el Bibat sigue acogiendo la singular propuesta realizada por el festival Komedialdia con el pintor Ignacio Díaz Olano, aunque en su faz de caricaturista. Nunca se crea para todos los gustos muestra su trabajo en este campo, en el que firmaba como Galop. Tampoco en el edificio de la calle Cuchillería hay que perder de vista la exposición Naiperas. Una memoria viva. Y al otro lado de la almendra, en Zuloa, se encuentra Detritus con sus creaciones para el libro Un cadáver delicioso -realizado junto a Dorleta Ortiz de Elguea-, también disponible en este lugar.

De todas formas, son muchos los espacios en los que poder perderse en esta época de descanso para dejarse atrapar. Es el caso del Centro de Exposiciones Fundación Vital, que está acogiendo Dalí, año Dantesco, o la sala Amárica, que está haciendo lo propio con Miniaturas, de Pentti Sammallahti. Sin olvidar, por ejemplo, Animarbolak, de Vicente Guinea, que se puede ver en Ataria. No hay excusas, por tanto, para adentrarse en estas y otras salas. Las puertas están abiertas.