- Los 30.000 metros cuadrados del Plan d’en Sala en Canet de Mar, convenientemente cerrados para que quien salga no pueda volver a entrar, se han convertido paradojicamente en un espacio de libertad de movimiventos para los 21.000 jóvenes que acudieron ayer al Canet Rock.

Una vez dentro, la juventud bailó como si no hubiera un mañana y se movieron sin limitaciones, con cerveza en la mano y su mascarilla en la barbilla. Previamente, el colectivo tuvo que soportar largas colas, en algunos casos de más de tres horas, para hacerse el test de antígenos exigido para poder acceder al recinto.

Afortunadamente, el Festival recondujo la situación y a las 22.00 horas cerró el último punto de cribado. Una hora nada tardía para un Festival que se enorgullece de ofrecer bandas en directo hasta que salga el sol.