Aunque no está siendo sencillo por la situación general, el Dazz vive este domingo 14 una nueva cita con su programación jazzística. Tanto a las 16.00 como a las 18.00 horas, el saxofonista, clarinetista y compositor Gabriel Amargant se reencontrará con el público gasteiztarra.

En 2019 se produjeron sus dos últimas visitas a Vitoria, participando, por un lado, en Ondas de Jazz y actuando, por otro, en el mismo Dazz. En realidad no ha pasado tanto tiempo pero entre medio han ocurrido muchas cosas. ¿Con o sin mascarillas, distancias y demás, el hecho de tocar tiene que ser igual o el contexto lo cambia todo?

-En esencia, todo es lo mismo pero también, en esencia, todo es diferente (risas). De hecho, cada concierto es distinto aunque sean los mismos músicos, escenario, temas y espectadores. En cualquier caso, sea en unas condiciones o en otras, siempre es un placer volver. Es verdad que ahora tenemos menos conciertos y menos gente en ellos, pero están siendo actuaciones que están teniendo algo muy especial. Es decir, ahora está todo más a flor de piel. Los músicos estamos como locos por tocar, y el público tiene muchísimas ganas de escuchar y de vivir lo que implica un concierto más allá de la música.

Lo que parece evidente, por lo menos aquí, es que la respuesta de los espectadores está y que a la gente ganas no le faltan.

-Nos estamos encontrando lo mismo en todas partes. Es normal. Durante bastante tiempo has tenido unas ganas guardadas y eso hace que ahora algo tan especial como compartir música en directo lo sea todavía más. Como cualquier otra cosa en la vida, cuando careces de ella, luego hay más ganas de retomarla. Incluso lo valoras más. Y como músico pasa igual. Tocas menos veces y cada concierto lo afrontas con unas ganas absolutas de ir y actuar.

¿Qué se va a encontrar el público en esta ocasión?

-Hay situaciones que son clásicas en nuestro gremio. Tenemos un concierto el día anterior a cuarteto con nosotros tres junto a Marco Mezquida. Pero en Vitoria, por circunstancias, estamos los tres. Quiero decir, que no vamos a presentar un disco en concreto o un proyecto determinado, sino a disfrutar de una conversación entre tres músicos ya bregados que han compartido muchas cosas a lo largo del tiempo. Así que hemos preparado algo específico para el Dazz, una mezcla de composiciones de los tres y algún standard que nos apetece.

De hecho, se conocen los tres muy bien. ¿Dónde hay confianza...?

-(Risas) Cada uno tendrá su versión. En este caso, creo que todo es maravilloso. Juntarse siempre es una alegría pero justo ahora, por la pandemia, todavía más porque desde hace un año nos vemos muchísimo menos no solo en los escenarios sino también fuera de ellos.

Estos meses de parón a muchos músicos les ha llevado a componer más y a pensar en volver en cuanto puedan al estudio, pero son varios los intérpretes de jazz que dicen que el género se hace tocando en directo y que no tienen ninguna gana de ir a grabar. ¿En su caso?

-Es una reflexión que puedo comprender pero no creo que la comparta. Es verdad que la música crece en el directo. Eso es así. Pero creo que cada caso es muy distinto y que son decisiones y reflexiones muy personales. No creo que se pueda generalizar en este caso con respecto a todos los músicos de jazz. A mí, por ejemplo, como mecanismo de defensa y vía de escape sí me ha dado por componer, por estudiar, por aprender canciones... De ahí a que eso se proyecte en un formato de álbum, bueno, ya veremos. De momento no estoy en eso. De todas formas, los músicos también estamos acostumbrados a la reclusión en la que entras para investigar en el universo musical que no se acaba nunca.

También en su camino hay un trabajo en la parte formativa. ¿Qué cree que encuentran las nuevas generaciones en el jazz, en un género que en 2021 hay quien dice que es una música clásica?

-En el caso de que suscribiera que es una música clásica, preguntaría qué sucede con la que sí se denomina música clásica, que es mucho más antigua, y, sin embargo, sigue teniendo adeptos. Más allá de eso, lo que muchas veces denominamos como jazz se refiere a una aproximación a la música desde la improvisación. Y la improvisación es igual a composición. Aprender jazz implica aprender la materia prima de la música en universal, es decir, la melodía, la armonía y el ritmo. Lo que aprendemos es música, más allá de que luego la saquemos de nosotros a través de una canción de Charlie Parker o de una nuestra o de una sonata de Mozart o de lo que sea. No es que los alumnos quieran aprender jazz específicamente, es que es una manera de aprender música.