- Sería un cuadro famoso solo porque lo vende Angelina Jolie tras su sonado divorcio de Brad Pitt, o porque lo pintó Winston Churchill en 1943, en plena Segunda Guerra Mundial o porque se lo regaló entonces al presidente estadounidense Franklin Roosevelt durante la Conferencia de Casablanca... El cuadro La torre de la mezquita Kutubiya no marcará la historia del arte moderno, pero la sala Christie’s lo pone a subasta el 1 de marzo con un valor estimado de partida de entre 1,7-2,8 millones de euros. Como era de esperar, Christie’s destaca su significado: “Se puede decir que es la obra más importante de las 500 que produjo Churchill -dijo a Efe Nick Orchard, jefe del Departamento de Arte Británico Moderno de la casa de subastas-, una demostración de que fue un artista talentoso”, aunque no olvida mencionar que, más allá del arte, “es un símbolo de la gran amistad entre aquellos dos líderes”. En cualquier caso, con tantas personalidades asociadas a su nombre, el cuadro (45,7 x 61 cm) alcanzará fácilmente la cantidad sugerida, e incluso podría superarla, sobre todo sabiendo que desde la emisión de la serie The Crown en Netflix el interés por Churchill y sus pinturas se ha multiplicado.

El cuadro recoge la esencia de Marrakech: la ciudad ocre, el verde de su palmeral y las montañas nevadas del Gran Atlas al fondo. El premier británico se sentía inspirado por la luz de Marrakech, ciudad que visitaba al menos desde 1935, fecha en que escribe a su esposa Clementine: “Desde mi balcón tengo una vista verdaderamente única sobre las copas de los naranjos y los olivos, las casas y murallas del Marrakech indígena, y como telón de fondo hacia el oeste, la cadena nevada de las montañas del Atlas”. El lugar donde Churchill escribía y pintaba era el balcón del Hotel La Mamounia -“uno de los mejores que he conocido”, decía-, que era entonces como ahora un símbolo del lujo y el refinamiento. Ese privilegiado lugar le permitía aislarse “porque aunque la ciudad indígena está llena de lugares atractivos, los gentíos, los olores y la incomodidad general para la pintura me repelen”, reconocía a Clementine. A Churchill el paisaje le inspiraba más que el paisanaje, y principalmente la luz incierta del alba y el ocaso en Marrakech. Su Atardecer sobre el Atlas, pintado desde el mismo balcón, fue vendido en 2011 por unos 300.000 euros.

En esta fascinación de Churchill mucho tuvo que ver el todopoderoso Pachá de Marrakech, Thami el Glaoui, un bereber que reinaba en un vasto territorio del sur de Marruecos y que hacía sombra al propio sultán, aunque tuvo siempre la habilidad de aliarse con el poder, convirtiéndose en el mejor agente del colonialismo francés. El Glaoui tenía un inmenso palacio de 10 hectáreas con un campo de golf incluido en el corazón de Marrakech por el que desfilaron personalidades como el Aga Khan, Charles de Gaulle, Charlie Chaplin o el mismo Churchill.