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Escuela de Artes y Oficios

Formar y exponer con seguridad

Son 906 las personas de muy diferentes edades que, a pesar de la situación generada por la pandemia, acuden cada semana a la Escuela de Artes y Oficios para aprender, crear y desarrollarse. Estar y sentirse seguros es la clave

Formar y exponer con seguridad

prender, crear, imaginar, compartir, experimentar, errar, mostrar, probar, descubrir... son algunos de los verbos que cada día se conjugan entre sus paredes. Entre los 3 y los 90 años de edad están los 906 estudiantes que un curso más están alimentando la ya extensa y prolífica historia de la Escuela de Artes y Oficios de Vitoria. Pero estos meses están siendo diferentes en todo y para todos por el covid, más allá de que en sus casi dos siglos y medio de trayectoria no sea la primera vez que una pandemia se cruza en el camino del proyecto formativo y cultural. Solo queda esperar que, esta vez, sea por poco tiempo más.

Con todo, parar y bajar la persiana hasta nuevo aviso no es una opción. Ni la escuela ni la sociedad para la que trabaja se pueden permitir ese lujo. Todo lo contrario. Los esfuerzos y la labor se redoblan, sabiéndose adaptar a las circunstancias, abriendo nuevas sendas e, incluso, atreviéndose a mirar más allá, a ese futuro próximo en el que es de esperar que el coronavirus no condicione todos los aspectos de la vida.

Por ello, dentro del centro ya se están dando los primeros pasos con la mirada puesta en las celebraciones del 250 aniversario del proyecto, que llegará en 2024. Se ha comenzado por poner el foco en lo referido a la documentación generada desde que en aquel 21 de septiembre de 1774 se abriese la Escuela de Dibujo.

Pero también está el corto plazo y aquí tampoco faltan ideas y propuestas. “Tenemos que ser capaces de volver a abrir el abanico cultural de la escuela tras la aparición del covid”, dice su directora, Elisabeth Palacios. Por ello, por ejemplo, en diciembre se celebró un taller para la creación de videojuegos dirigido a jóvenes de 15 y 16 años ofrecido por la iniciativa F2P Campus de Gasteiz, un curso al que se le quiere dar continuidad dentro del proceso de renovación e innovación que está llevando a cabo el centro. Además, a mediados del mes de febrero se va a recuperar el programa expositivo, aunque es evidente que no en las mismas condiciones que antes del pasado marzo.

Cabe recordar que pocos días antes de comenzar el confinamiento, David Guerrero y Ainara Tavárez Álava pudieron inaugurar sus muestras Sílice Anexa y Y comieron perdices respectivamente, pero casi no tuvieron recorrido. Desde entonces ha sido imposible retomar lo que fue. Aún así, Artes y Oficios no se rinde. Para ello va a dar vida de nuevo a sus habituales espacios expositivos para lo que resta de curso. Lo va a hacer a través de muestras colectivas de sus diferentes talleres (grabado, madera, pintura...) que se irán dando el relevo.

Las casi mil personas que acuden cada semana al edificio de la plaza Conde de Peñaflorida -entre alumnado, profesorado y trabajadores de otros departamentos- serán los espectadores presenciales. Pero como el resto de la ciudadanía no puede entrar por ahora a la sede de la escuela, se utilizarán la web y las redes sociales de la veterana institución para ofrecer “otro formato de visita”. Serán jóvenes de entre 5 y 8 años, pertenecientes al taller de creatividad infantil, quienes inauguren la propuesta.

De esta forma, Artes y Oficios sigue alimentando su proyecto educativo y cultural, aunque es evidente que el contexto marcado por el covid complica y modifica cualquier acción. Lo hizo en la última parte del curso pasado, cuando la actividad se vio paralizada de manera momentánea para retomarse vía online gracias a la herramienta digital Moodle.

Esa ventana, de hecho, sigue ahí presente, también por si acaso la situación obliga a volver al confinamiento. Con todo, desde septiembre, la formación se está llevando a cabo de manera presencial. “La clave está en que todo el mundo, tanto el alumnado como el profesorado, tiene que estar y sentirse seguro”. Y para ello existe un amplio y detallado protocolo, más allá de las normas generales para toda la sociedad, como el uso de mascarillas.

Tomando como referencia los metros cuadrados de cada espacio, los grupos de adultos no pueden tener más de 15 componentes y los de niños 12. Se respeta de manera escrupulosa la separación así como la ventilación constante, también en la zona del sótano. Cada alumno lleva su propio material y no se toca ni se comparte nada. En el caso de que haya alguna herramienta común, la desinfección antes y después es inmediata.

Por supuesto, las entradas y salidas son escalonadas y hay un itinerario marcado en el suelo que es necesario seguir para moverse por el edificio. La limpieza es constante y son los propios estudiantes quienes juegan un papel fundamental en la desinfección constante. “La respuesta está siendo muy buena. Tanto los más pequeños como los adultos están teniendo un comportamiento ejemplar”.

Ojalá todo ello sirva hasta final de curso y no haya que volver a lo vivido a partir de aquel 9 de marzo de 2020 en el que todo se paralizó. Fue ese día cuando se ordenó el cierre de los centros educativos y todo pasó en muy poco tiempo. “Aquí se quedaron todos los materiales”, solos, en silencio, a la espera de volver a reencontrarse con los alumnos. Aún así, los instrumentos digitales y la labor del profesorado consiguieron reactivar las clases y poder llegar a junio.

Saber adaptarse y reaccionar está siendo básico por supuesto, pero es evidente que también tiene sus costes económicos. Y en ningún presupuesto a principios del pasado año había prevista una partida ante la posible aparición de una pandemia. “El apoyo que en este sentido están ofreciendo la Diputación Foral de Álava y el Ayuntamiento de Vitoria está siendo fundamenta”, apunta la directora de Artes y Oficios.

Es de esperar que esos esfuerzos extra que se están realizando por todas las partes tengan cercana fecha de caducidad y que la escuela pueda referirse al covid-19 como otra parte de su bicentenaria historia ya pasada. Será la mejor señal para el centro -reconocido desde 2014 como Patrimonio Cultural Inmaterial de Gasteiz- y el territorio al que pertenece.

El programa expositivo se va a recuperar en breve con la participación de los talleres de la escuela, pudiéndose ver las muestras ‘online’

Un amplio y riguroso protocolo marca el nuevo curso presencial, aunque se mantiene la posibilidad de volver al trabajo virtual

El centro ha comenzado a dar los primeros pasos para preparar las celebraciones de su 250 aniversario, que se cumplirá en 2024