Fue a principios de 2013. Antonio Altarriba, Premio Nacional del Cómic, le propuso a Keko (José Antonio Godoy) crear entre ambos lo que se ha venido a llamar la trilogía egoísta. Con el thriller como vehículo, la intención era -y es- indagar en la naturaleza humana y en las características de la sociedad que ha construido. En 2014, esa voluntad se tradujo en Yo, asesino. Cuatro años después llegó Yo, loco. Este viernes se pone el broche con Yo, mentiroso. “Estamos con la pena de la despedida pero nos hemos dicho que, como las relaciones han sido buenas en estos siete años, esto va a ser solo una separación momentánea y es muy probable que, no tardando mucho, volvamos a emprender otra aventura juntos”, sonríe el autor.
De la mano de Norma Editorial, en esta ocasión se pone el foco en la política y en el uso que ésta hace, no solo para ocultar sus vergüenzas, de los medios de comunicación. “Son dos mundos que se encuentran estrechamente implicados, en algunas ocasiones demasiado como para que no tengamos sospechas de que existen manipulaciones o difusiones de noticias o de argumentos acordados”, apunta Altarriba. “El caso de España es un tanto peculiar con respecto al resto de países europeos. Yo me muevo bastante por Francia o por Italia, por ejemplo, y veo cómo es la prensa. Y esa identificación que se produce de algunos medios con una línea ideológica y con la repetición sin variación del argumentario de un partido, no es algo tan habitual. Es lo que aquí se ha venido a llamar periodismo de camiseta”.
En este sentido, el creador sostiene que “los medios de comunicación, como indica su nombre, tienen un papel de intermediación y se deben más a los lectores, televidentes u oyentes que a los partidos o a aquellos grupos de interés económico y social con los que muchas veces se identifican. Pero como sucede lo contrario en algunos casos, eso hace que muchas veces la opinión pública se encuentre desorientada y manipulada tanto a nivel nacional como autonómico y local. Esto es lo que denunciamos” en una obra de ficción que tiene fundamentos muy reales.
“En las encuestas del CIS sale de manera insistente que una de las preocupaciones de los ciudadanos es la clase política. Y qué quieres que de diga, que sea percibida como un problema y no como una solución es muy grave”, dice Altarriba, sin querer caer tampoco en la idea de que todas las formaciones son iguales. En el caso de este libro, Yo, mentiroso toma como punto de partida al PDP, Partido Demócrata Popular, y un escándalo de corrupción motivado por un tesorero que se llama Cárdenas. Tampoco hay que dar muchas más explicaciones. “Lo que me ha interesado fundamentalmente es ver no solo el mundo de la política, sino sobre todo ese segundo nivel que son los consejeros y asesores de prensa e imagen, los que preparan el discurso que luego los políticos interpretan o difunden en las distintas ruedas de prensa y entrevistas. La de hablar se ha convertido en la función principal de los políticos, promocionar el discurso. Están más pendientes de lo que denominan el relato que de la gestión de la realidad, de los acontecimientos”.
Para afrontar estas reflexiones, lo que se plantea es una trama de thriller negro, que toma como punto de partida la decapitación de tres concejales. “Buscamos, en paralelo a la denuncia, que el lector lea el libro pasando las páginas con ese ansia de qué va a pasar, cómo se va a resolver el misterio”. A este atractivo, se suma esta vez que en Yo, mentiroso -donde Vitoria “está más presente que en el resto de la trilogía”- se cierran varios flecos abiertos en las dos anteriores entregas.
De esta forma se completa un proyecto en el que se han analizado distintos aspectos definitorios de la conducta humana desde un sentido crítico. “Nuestra esperanza no está en la complacencia, que aquí es excesiva. Pero no hay que entender estas visiones críticas como un clavo ya remachado en el ataúd del ser humano, sino sobre todo lo contrario. En el fondo de la crítica no se encuentra una visión desesperada, sino al contrario, repleta de vida”. Así lo expresa un Altarriba que es consciente de que el lanzamiento ahora del libro va a estar condicionado por el covid. “Tenemos nuestras dudas, claro. Pero las ganas de cultura, de entrar en una ficción que sea más o menos atractiva, no han disminuido, al contrario, creo que el confinamiento ha aumentado el deseo de leer. Vamos a probar qué tal nos sale”.
La aparición de tres concejales decapitados sirve como punto de partida a este thriller de ficción con muchos fundamentos reales
En un libro en el que “Vitoria está más presente”, también se aprovecha para cerrar “flecos” de las dos anteriores entregas