Es un día como otro cualquiera de 2040. Toca realizar otra visita guiada a potenciales clientes. El presidente de la empresa los recibe. Es una firma importante, de las que nacieron tras la pandemia para expedir el pasaporte inmunitario pertinente tras someterse a un proceso de contagio voluntario. Si se pasa, todo en regla. Si no... A grandes rasgos, y sin querer desvelar más de lo preciso, así se presenta No me toques Juan 20:17, espectáculo de la compañía Thusia que en la cuadragésimo quinta edición del Festival Internacional de Teatro de Gasteiz va a protagonizar la sección Enredados, destinada a compartir con el público nuevas propuestas dramatúrgicas de grupos locales en sitios que no son habituales para las artes escénicas.

De hecho, en esta ocasión, las cuatro sesiones previstas entre este sábado y el martes 17 se van a producir en las piscinas del polideportivo de Abetxuko, reconvertidas en las instalaciones de la mencionada y singular empresa de contagio. Todas las citas serán a partir de las 20.00 horas (solo queda alguna entrada para este 14), aunque no habrá problemas con el toque de queda porque en esta obra, donde puede ser complicado saber en ocasiones qué es ficción y qué realidad, dura 50 minutos.

Antes de la aparición del covid-19, la intención del grupo de Bernedo ya era centrar su mirada en cómo funcionan los resortes del miedo en la sociedad actual, como explica el dramaturgo, director y actor Miguel Ángel Pérez Ávila. Es más, en su mente estaba hacerlo con el antiguo Depósito de Aguas como escenario, manteniendo la línea de las últimas ediciones de Enredados. Pero la llegada del coronavirus acotó más lo primero e hizo cambiar lo segundo. Así, del Casco Viejo se viaja a Abetxuko para adentrarse en esta distopía en la que el sistema capitalista ha dividido a la sociedad entre los que tienen y los que no, y ha convertido el contagio en otra forma de generar beneficios, comerciando con la salud. ¿Ficción?

De esta forma, la compañía pone sobre la mesa diferentes cuestiones que le ocupan y preocupan, pero sin saturar al público de información, dándole pinceladas para que cada espectador pueda hacer su recorrido. Así, se plantea la relación con el propio cuerpo, cómo la sociedad actual ha hecho que la atención del ser humano deje de estar en su piel, en su carne, en sus órganos, en su mente... hasta que ha aparecido el covid, claro; se cuestiona sobre el narcisismo, el individualismo, y esa ansia por siempre estar aspirando a algo porque, en caso contrario, uno no es nada; y se reflexiona sobre los miedos, las dudas, la posición de cada uno ante la muerte.

"No deberían pasarnos cosas duras o malas para reflexionar y reaccionar, para amar y sentir a quien nos ama, para tener una vida mejor", apunta la actriz Marta Mas, que comparte reparto con el propio Pérez Ávila, Javier Fernández Landaluce, María Martín, Rubén Pérez y Aritz Ibáñez Ranero. Aún así, parece que el ser humano se empeña en no aprender esa lección. "Los finales tristes también existen", recuerda el autor, director e interprete, que destaca que la obra tiene "un tono muy crudo, aquí no hay espacio para la comedia".

Lo podrán descubrir así quienes acudan estos cuatro días hasta el Polideportivo de Abetxuko, donde la compañía de Montaña Alavesa justo ha podido ensayar poco tiempo, aunque todo está medido a la perfección. Se utilizarán las dos piscinas, el espacio entre ellas y parte de los laterales para que tanto el reparto como las bailarinas y nadadoras de natación sincronizada que colaboran en la pieza puedan desarrollar el montaje. El público se colocará frente a ellos y ellas cumpliendo el papel de potenciales clientes de la empresa que están realizando la mencionada visita guiada. Todo, cómo no, con mascarillas, separación, medidas... la pandemia es real, también en la ficción.