- Muchos se preguntan aún por qué una serie como Schitt’s Creek fue capaz de ‘venir, ver y vencer’ arrasando en la 72 edición de los Emmy. Si bien es cierto que en este 2020 tan extraño todo puede pasar, la ficción canadiense no es flor de un día y tiene muy buenas razones para haberse coronado.
A veces pecamos de ser ciertamente incoherentes quejándonos de que “siempre ganan los mismos”, “la Academia siempre da los premios a las mismas series” o el mítico “ya sabemos quién va a ganar”. ¿Por qué ahora, que una serie modesta cuyo nombre ingenioso y a la par difícil de decir (y sobre todo de deletrear) se mete a la Academia en el bolsillo, nos llevamos las manos a la cabeza?
¿Por qué nos sorprende tanto que gane un proyecto pequeño y menos conocido? ¿No era eso lo que pedíamos? Es tiempo, en estas difíciles y extrañas circunstancias en las que la pandemia nos ha obligado a separarnos (socialmente) pero unirnos como comunidad, de aplaudir lo diferente, lo ingenioso y la apuesta por pequeñas y preciosas joyas como es la canadiense Schitt’s Creek.
La comedia creada por Dan y Eugene Levy —padre e hijo en la ficción y en la realidad— se convirtió, el pasado 20 de septiembre, en la serie —drama o comedia— más premiada en una gala de los Premios Emmy, logrando siete galardones (nueve en total con los dos premios técnicos recibidos en días previos).
Schitt’s Creek se llevó todos los premios gordos de la noche: mejor comedia, actor (Eugene Levy), actriz (Catherine O’Hara), actor de reparto (Dan Levy), actriz de reparto (Annie Murphy), mejor guión cómico (Dan Levy) y mejor dirección en una comedia (Andrew Cividino y Dan Levy). Un hito sin precedentes. ¿Pero cuáles son las claves para que esta serie triunfe en unos premios cuando alcanza su sexta y última temporada?
Hay series que conquistan por sus interpretaciones, sus guiones, la manera en que está contada la historia o, incluso, el ingenio de sus creadores al ponerle título. Schitt’s Creek —que, por cierto, juega con la fonética al sonar, en inglés, como Arroyo de mierda— tiene eso y un extra añadido, que no es otro que la historia detrás de la serie.
Dan y Eugene llegaron hace años con una idea bajo el brazo a tocar las puertas de diferentes cadenas y canales de pago y en abierto de Estados Unidos, pero el proyecto no terminó de cuajar. La historia de una familia de multimillonarios que lo pierde todo y tiene que empezar de cero parecía no tener el interés que los Levy pensaban.
Sin embargo, la unión (y la constancia) hace la fuerza, y con un acuerdo entre la distribuidora ITV Studios, la cadena canadiense CBC y el canal de pago Pop TV—donde empezó a emitirse en 2015— lograron que el proyecto viera la luz. Cinco años después, y tras estar disponible en Netflix a nivel internacional a partir de 2017, la serie arrasa en los Premios Emmy, ¿cual es la razón?
Uno de los puntos fuertes de la serie es, sin duda, tener en el reparto a Eugene Levy y Catherine O’Hara. Sabemos que sus respectivos papeles como el padre (metepatas) de Jim en la película American Pie y la madre (olvidadiza) de Solo en casa quedaron ya muy atrás, pero el coctel, no se puede negar, es explosivo. Ambos actores, reconocidos por sus extensas carreras llenas de proyectos y galardones, han dado mucho lustre y, sobre todo, han puesto voz a la serie ante el público, acudiendo cada temporada a diferentes talk-shows para hablar de la ficción, la cual era el buque insignia de Pop TV.
La serie ya obtuvo su reconocimiento en forma de cuatro nominaciones (actriz y actor principal, guión y diseño de vestuario) en los Emmy de 2019 pero ha sido en este 2020 cuando ha dado la campanada. Netflix le dio un gran empujón en 2017, pero es cierto que este año hay ciertos factores que han jugado a su favor.
El confinamiento ha permitido que muchas series que estaban enterradas en el catálogo de algunas plataformas —en España estaba en Movistar+ desde 2016— queden a la vista de los usuarios, que han pasado muchas horas en casa consumiendo contenido audiovisual.
Junto a ello, la pequeña pero arrolladora legión de fans de la serie y el boca a boca entre usuarios ha provocado que, año tras año, la serie haya ido aumentando sus datos de audiencia en Pop TV, teniendo su última temporada una media de un millón de espectadores.
Hablar de Schitt’s Creek es hablar de un proyecto pequeño que, por sus pequeñas perlas temáticas y genialidades en el guión, ha conquistado a una crítica muy diversa. Guiones ingeniosos, temática LGTB y un mensaje pro-reinvención han calado entre crítica y público. Desde el primer capítulo de la primera temporada se observan detalles de guión muy bien cuidados, con chispa y que no dan puntada sin hilo.
En relación a ello, sale a colación la temática LGTB, con mucha presencia (y muy bien tratada) a través, entre otras cosas, de la pansexualidad de David (Dan Levy), que tiene diálogos maravillosos en los que se ve, como dijo su padre en su discurso de aceptación del Emmy, que la serie es una “celebración de la inclusividad, un castigo a la homofobia y una declaración del poder del amor”.
Finalmente, hay un mensaje o un poso de esperanza, de búsqueda y de apoyar la reinvención del ser humano que juega un papel fundamental en la historia. Ver cómo alguien cambia de mundo y es capaz de adaptarse, de redescubrirse y de buscar nuevos objetivos en la vida así como de no desistir (como es el caso de la propia serie) pone el broche de oro a una ficción canadiense que ha conquistado los últimos Emmy y el corazón de cada vez más espectadores.