urante más de dos horas, el ya habitual de festivales ?ar?unas Bartas se regodea a fuego demasiado lento en uno de los pasajes más dolorosos de la historia de su país. Su último trabajo, Into the Dusk (En la oscuridad) se sitúa en la Lituania de 1948, un periodo en el que muchas patrias trataban de reinar en el país mientras muchos lituanos, incluida la familia protagonista de la cinta, simplemente querían vivir.
“Lo que se cuenta en la película es mi historia y la historia de mi país. Tengo un vínculo muy estrecho con ello porque el último partisano murió casi a la vez que yo nacía y mi abuelo me hablaba mucho de ello”, explicó ayer el cineasta, habitual de Cannes -de hecho, la cinta había sido seleccionado este curso en el festival galo- y que compite por primera vez por la Concha de Oro.
Para contar la Lituania traumática que quedó tras la II Guerra Mundial -el país fue ocupado por los alemanes, después por los soviéticos y de nuevo por los alemanes- Bartas se centra en una pequeña familia campesina que trata de salir adelante entre partisanos que alimentan a escondidas y miembros del ejército ruso a los que tratan de engañar. “La ocupación y perder nuestra independencia fue algo muy doloroso”, afirmó el cineasta, que ha necesitado una decena de producciones antes de atreverse a viajar a 1948: “Tenía miedo de poder hacerla. No es fácil hablar de la historia de tu país”.
Que la gente lo pasó mal, que hubo hambruna, torturas y mucho sufrimiento queda más que de sobra claro en la película. A través de los ojos de un joven, el hijo de la familia protagonista, el espectador descubre la dureza a la que tuvieron que hacer frente cientos de lituanos en paisajes casi antinaturales para la vida a base de repetición. La forma en la que Bartas repite una y otra vez el drama seguro que hizo ayer a más de un espectador de un Kursaal semi vacío revolverse en su asiento.
“Creo que no hemos hecho algo pseudopatriota”, se justificó el lituano a preguntas de los periodistas. “El patriotismo falso te ayuda a entender tu propia historia”, añadió, en referencia a los numerosos frentes abiertos que se dan en la producción. Lituanos, soviéticos, alemanes, partisanos... todos tienen su espacio en la cinta lastrando una trama central ya de por sí condicionada por su falta de ritmo.
Asistir a una proyección de In the Dusk (En la oscuridad) es como visitar una clase sobre la historia del país báltico. O al menos, de las lecciones relativas a la postguerra. El autor de Freedom y A Casa y que se inició en el documental, no deja de lado ni una pieza del puzzle político en sus 128 minutos de duración.
La asignatura se completa con geografía y clima de Lituania en el siglo XX. “No ha sido nada fácil rodar en las condiciones que lo hicimos. Empezó a nevar el primer día y no no dejó de hacerlo en todo el invierno. Tuvimos que esperar a que dejara de nevar y perdimos mucho tiempo”, informó la productora Jurga Dikciuviene, que confesó que hasta cuatro vehículos se estropearon por las bajas temperaturas, aunque “no hubo ni un accidente”.
Estas condiciones y este paisaje apocalíptico pueden tener premio, ya que el director de fotografía de los tres últimos trabajos de Bartas, incluido este, Eitvydas Doskus, podría subirse al escenario del Kursaal este sábado. “Siempre busco una fotografía minimalista, sin efectos digitales”, indicó al respecto el cineasta.
Buena prueba de ello es que hasta pasada la hora y media de metraje no se escucha ni un solo disparo a pesar de que constantemente se habla de un periodo de guerra. La ráfaga final llega quizás demasiado tarde, cuando el espectador, probablemente, ya esté saturado de dolores y sufrimiento.
“Tenía miedo de poder hacer la película. No es nada fácil hablar de la historia de tu país”
Director de ‘Into the Dusk’