- Venecia logró ayer inaugurar la 77 edición de su Festival de cine, amenazado durante meses por la pandemia, y lo hizo con un llamamiento a ayudar el sector en estos momentos “excepcionales” al que se sumó la actriz Cate Blanchett. En estos tiempos difíciles para todo el mundo, también para el sector del cine, la Mostra se ha presentado como un reducto desde el que defender a la industria cinematográfica, manteniendo su propia celebración, algo que no pudo conseguir Cannes, por ejemplo.

El director artístico del certamen veneciano, Alberto Barbera, insistió en esta ambición durante la rueda de prensa inaugural, en la que recordó que los festivales son lugares de cultura y economía y reclamó su protección en todo el planeta. Lo hizo junto a sus homólogos de otros siete grandes festivales europeos, con los que se ha redactado un comunicado conjunto para reivindicar la importancia de este tipo de certámenes. El documento lleva la firma de Barbera, del director de Cannes, Thierry Fremaux; del de Donostia, José Luis Rebordinos; del de Locarno, Lili Hinstin; la Berlinale, Carlo Chatrian; de Rotterdam, Vania Kaludjeric; del checo Karlovy Vary, Karel Och y de Londres, Tricia Tuttle, ausente ayer por motivos personales. Y en sus páginas prometen colaborar en el futuro en esta defensa, en lo que parece una intención de aparcar, el menos en la medida de lo posible, la competencia que los festivales han mantenido en los últimos años para atraer para sí los mejores títulos y estrenos.

Rebordinos por su parte, dijo que esta unión es “muy importante” porque un festival es “un lugar de encuentro donde se ven películas, donde se intercambian experiencias y donde se hace negocio”. “Recuperemos y defendamos los festivales como lugares donde la gente va, se junta, porque esto va a haber que reivindicarlo cada vez más no solo en el mundo del cine”, instó.

Al llamamiento se sumó la australiana Cate Blanchett, presidenta del jurado que otorgará el 12 de septiembre el León de Oro y una de las pocas estrellas que este año desfilarán por el Lido veneciano, ya que la pandemia ha diezmado su concurrencia. Para la actriz, Oscar por The Aviator (2004) y Blue Jasmine (2013), la pandemia y su consecuente crisis pueden ser un revulsivo para mejorar y renovar el cine, para hacerlo “emerger de nuevo”. “Tenemos la posibilidad de examinar lo que no hemos estudiado antes, como la tecnología del streaming y las implicaciones al mundo del cine. Hay muchas oportunidades de abrir grandes preguntas”, señaló en la rueda de prensa de inauguración. “La industria reemergerá más resiliente, creativa e inventiva. Estoy llena de esperanzas en este sentido. Hay muchos retos en este sentido”, consideró. También insistió en la necesidad de mantener las salas convencionales de cine abiertas, justo cuando se cumplen 120 años de la invención del cine por los hermanos Lumière.

En cualquier caso la Mostra veneciana, el festival internacional de cine más antiguo del mundo, ha subido el telón para acoger su edición más inédita, blindada contra el virus. Para su inauguración se estrenó, fuera de concurso, Lacci, la primera película italiana que abre el certamen en los últimos años, todo un gesto en ayuda al sector del país transalpino.

Adaptación de la novela homónima de Domenico Starnone (2014), un súperventas, Lacci (Ataduras) es un drama familiar en el que se desenredan los vínculos más íntimos del desamor y la traición. La cinta sigue dos líneas temporales para mostrar dos etapas distintas del matrimonio que la protagoniza: el exitoso locutor Aldo, a quien da vida de joven Luigi Lo Cascio y de mayor Silvio Orlando, y la profesora Vanda (Alba Rohrwacher y Laura Morante). Juntos forman una familia en la Nápoles de los ochenta, tienen dos hijos y se embarcan en una relación idílica que rápido salta en pedazos a causa de una infidelidad.