la Bardena le pusieron hace varios lustros el siniestro apéndice del campo de tiro y la bandera de barras y estrellas, rompiendo su soledad y su silencio, llevando el sobresalto a los pueblos congozantes. Otros sobresaltos más llevaderos y menos peligrosos fueron en siglos pasados los bandoleros que aprovechaban aquellas tierras increíbles para dominar la raya fronteriza entre Aragón y Nafarroa; antiguos soldados marginados tras las guerras entre castellanos, aragoneses y navarros como el mítico “Santxikorrota”, que trajo en jaque con su partida a las autoridades en el siglo XV más por su posicionamiento en favor del Príncipe de Viana que por sus legendarias fechorías. “Santxikorrota” acabó en la horca de Tudela, y de ella pendió hasta que le devoraron los buitres, para escarmiento y lección de sus partidarios.
Volviendo al dato frío, a La Bardena las alivia hoy el canal de su mismo nombre, que recoge aguas del pantano de Yesa y las lleva hasta el de Ardisa, en el río Gállego, posibilitando el regadío de casi 100.000 hectáreas de tierras aragonesas, y que discurre por la zona fronteriza de Cinco Villas.
Los geógrafos diferencian entre la Bardena Blanca y la Bardena Negra; en la primera afloran las margas y esíferas, y está cortada por innumerables barrancos producidos por la erosión mientras la salpican esporádicos tomillos y cerros testigos; en la segunda, en la Negra, dominan las arcillas y magras calcáreas coronadas por estratos calizos.
Y para centrarle los pasos al visitante, le diremos que, aunque así a primera vista parezca tierra de nadie, el catastro reparte a La Bardena entre los términos de Tudela, Arguedas, Caparroso, Valtierra, Corella, Villafranca, La Oliva, Fustiñana, Cabanillas, Cadreita, Milagro, Buñuel, Cortes, Carcastillo, Marcilla, Mélida, Peralta, Funes, Falces y Santacara. Aunque también, por caprichos de la historia, adquirieron derechos sobre parte del terreno los valles de Salazar y Roncal.