- Más de doscientas personas se juntaron ayer en la Taconera de Pamplona para homenajear al mítico cantautor vasco Iparragirre por el 200 aniversario de su muerte, y leer un manifiesto, firmado por personalidades de la cultura vasconavarra, para pedir que su famosa canción Gernikako arbola se convierta en el himno oficial de Euskal Herria.
Jose Mari Iparragirre Balerdi nació el 12 de agosto de 1820 en el pueblo gipuzkoano de Urretxu. Con 14 años, un día le dijo a su madre que iba al colegio, pero se marchó a luchar con el bando partidario del infante Carlos María Isidro de Borbón al frente de la Primera Guerra Carlista. Pero, después del abrazo de Vergara, que supuso el fin de la guerra, Iparragirre consideró una traición el acuerdo de paz con el bando isabelino y cruzó al Estado francés por Dantxarinea.
Allí trató de ganarse la vida tocando su guitarra en la calle y, en tan solo un año, estaba de gira por Francia contratado por los salones más elegantes de cada ciudad. No obstante, fue acusado de instigar al pueblo por tocar LaMarseillesa y posteriormente desterrado a Inglaterra. En Londres amplió aún más su cultura musical al tocar con una compañía italiana, en la que mezclaba letras vascas con melodías tirolesas.
El eco de su música regresó hasta su tierra natal, concretamente a oídos del general liberal bilbaíno Manuel Mazarredo. Este consiguió traerlo de vuelta a Euskal Herria para que cantara en los mejores escenarios de Bilbao en 1952. Fue en esta época cuando Iparragirre compuso Gernikako arbola, que ahora podría llenar una carencia de Euskal Herria. “Durante siglos hemos logrado mantener una lengua propia, un elenco musical, bailes, deportes y otras características que, independientemente de las afinidades políticas y formas de pensar, nos identifican como pueblo”, resumieron los firmantes del manifiesto presentado ayer.
Aunque estos símbolos son reflejo de una conciencia comunitaria, “Vasconia, un pueblo que canta, no tiene himno que le cante”, lamentaron. No obstante, “desde su primera interpretación, Gernikako arbola ha sido el himno de todos los vasconavarros y así fue recogido en la literatura, en los cancioneros y en las partituras durante más de un siglo”, señalaron. Llegó incluso a compartir oficialidad con La Marsellesa en 1949 en Iparralde tras el triunfo sobre la Alemania nazi, y los firmantes ayer recordarón que se utilizó como himno en distintos momentos de la historia: “Cantaron en Donostia, durante la Sanrocada. En Navarra fue el grito foral de la Gamazada. Sus sones alentaron el movimiento en pro de la reintegración foral de 1918, dieron la bienvenida a la República, rubricaron las Asambleas pro-estatuto, cantaron el surgimiento de Galeuzka y unieron a los alcaldes de las cuatro provincias de Hego Euskal Herria en el movimiento autonomista de 1934”.
Se puede afirmar “sin reparos”, concluyeron, que Gernikako arbola tuvo “carácter oficial y, sobre todo, un respaldo popular como pocos pueblos han podido ofrecer a su himno”. Es más, “cuando en 1936 destruyeron Gernika, la canción, que ya había agrandado el simbolismo de la villa foral, pasó a ser icono mundial de la democracia, de la paz y de la resistencia popular frente a los totalitarismos”, resaltaron. “Acabaron cantándolo, con la misma pasión, carlistas y liberales, republicanos y socialistas, conservadores y revolucionarios, nacionalistas vascos y navarristas, abertzales y españolistas. Y donde los creyentes veían valores religiosos, los laicos se descubrían, como los revolucionarios fraanceses, ante un símbolo de la Libertad”.
Pero, solo dos años después de la creación de Gernikako arbola, su autor fue detenido, por orden del mismo general que permitió su regreso, y expulsado de nuevo fuera de Euskal Herria. A su llegada al nuevo exilio en la ciudad argentina de Río de la Plata, decenas de vascos le recibieron con vítores y txapelas al vuelo mientras él cantaba su ilustre tema en el trayecto en bote desde el barco hasta tierra firme. Allí, Iparragirre abrió el Café del Guernicaco Arbola, que más tarde tuvo que cerrar por pérdidas debidas a su conocida afición, típica de un vividor como él, por invitar a los clientes y beber con ellos.
Mientras tanto, su bando perdió la Segunda Guerra Carlista, y se prohibieron tanto los fueros como la canción que los enarbolaba. La censura provocó una respuesta inmediata y los admiradores del cantautor organizaron una recogida de dinero que reunió 40.000 pesos para traerlo de vuelta una vez más. Es decir, “el himno se quedó: su empecinada prohibición lo propagó como viento de libertad”, subrayaron ayer los lectores del manifiesto, precisamente mientras el viento se llevaba algunos de los papeles en los que estaba escrito. Era viento oeste, tal vez de regreso desde América, tal vez para quedarse.
Colectivo de personas relacionadas con la cultura que ha firmado el manifiesto. Igor Ijurra (director del Orfeón Pamplonés) , Fermin Balentzia (músico), Koldo Pastor Arriazu (compositor), Teresa Zabalza (profesora de música), Enrike Zelaia (acordeonista), Endika Iriso (Rotten XIII), Fermín Iriarte (director de coro), Isabel y Silvia Zabalegui (joteras navarras), Serafín Zubiri (músico), La Chula Potra (rapera), Arturo Goldarazena (músico), Joseba Tobes (Euskal Herriko Txistularien Elkartea), Iñigo Aguerri (Mielotxin), David Johnstone ( violonchelista de la Orquesta Sinfónica de Navarra) y Joseba Irazoki (músico), Erramun Martikorena (cantante), Jean Mixel Bedaxagar (cantante), Eñaut Etxamendi (cantautor), Anje Duhalde (cantautor), Peio Ospital y Pantxoa Carrere (Pantxo eta Peio), Pier Pol Berzaitz (músico y cantante), Irkus, Iker, Ugutz y Nahia Robles-Arangiz (cantantes), Soroak, Niko Etxart (cantautor), Philippe Ezkurra (músico), Mixel Ducau (músico), Baigorriko Gaiteroak, Jose Mari Ostolaza (Eltzegor), Philippe Ezkurra (músico), Joanes Borda (Guk) y Eneko Labegerie (músico), Gontzal Mendibil (cantautor), Eñaut Elorrieta (Ken Zazpi), Tontxu Ipiña (cantautor), Paula Pérez Bueno (director de coros y orquestas), Joe Gonzalez (Doctor Deseo), Ana Bejerano (Mocedades), Javier Ituarte (director de la banda de Portugalete), Mila Milikua (director de coro), Joseba Gotzon (cantante), Amaia Uranga (El Consorcio), Ruper Lekue (compositor, director de orquesta), Xanti Salvador (sonidista de La trinchera Infinita), Blas Fernández (músico), Xeberri (cantautor), las corales Urdaibai, Arrano y Gure Arbola Zaharra, Julen Ezkurra (compositor), Jesús Mari Bilbao Jerri (músico) y Mario Clavell (músico), Nuria Loron La Furia (rapera), Mikel Markez (cantautor), Txomin Artola (cantante), Jose Ignazio, Piter, Ansorena (director de la Banda Municipal de Txistulari Donostia-San Sebastián), Haritz Artola (Unidad alavesa), Amaia Zubiria (cantante), Juanjo Ocon (director de la Joven Orquesta Vasca), Josean Larrañaga Urko (cantante), Gorka Hermosa (músico), Iñaki Diéguez (acordeonista), José Antonio Villar (cantante), Juan Luis Aranburu (Asociación de Cantantes Vascos), Ainara Ortega (cantante), Angel Unzu (guitarrista), Xabier Saldias (Egan), Javier Alberdi (cantante, director de coro), Jose Angel Irigarai (Ez dok Hamairu), Xabier Barriola (director Organista de la Coral Mondragón), Alain Aierdi (director del coro Koruban), Josu Zabala (Hertzainak), Evaristo Páramos (La Polla Records), Jesus Maria Alegria Pinttu (Músicos sin fronteras), Gorka Knör (cantautor), Iñaki Urkizu Kerejeta (subdirector Banda Municipal de Bilbao), Patxi Villamor (cantautor), Joselu Anaiak (músico) y Luis Orduña (Director Banda Muncipal de Vitoria-Gasteiz).
“La empecinada prohibición de la canción la propagó como viento de libertad”
Cantante y firmante del manifiesto