- En plena pandemia del coronavirus, con múltiples dispensadores de hidrogel y recomendando al público que vaya con sus auriculares, inaugura el MACBA la exposición ACCIÓN. Una historia provisional de los noventa, con la que rastrea la performance en la España de aquella década. Obras como el Muskeleton, la prótesis de control corporal que utilizó Marcel·lí Antúnez para Epizoo; un piano de Oscar Abril Ascaso, que sólo pueden tocar los que no saben tocar este instrumento, o los 180 transistores de El ojo del silencio, del canario José Antonio Sarmiento, son algunas de las obras que se exhibirán hasta el 7 de febrero de un centenar de artistas de varias generaciones.
El director del centro y co-comisario de la muestra, Ferran Barenblit, explicó ayer que en esta ocasión ponen el foco en “un momento de la historia que es particularmente relevante”, con unos artistas que emergen a partir de 1985 y releen el legado dejado por sus predecesores de los años 60 y 70. Este legado, a su juicio, “lo llevan hacia el espacio de la performance”, tal como queda constatado en este proyecto en el que se pone de relieve la “recuperación de prácticas relacionadas con el cuerpo humano”, lo que también se ha llamado “arte de acción” y, que en su momento, se expresaba en ámbitos muy restringidos, pero con una gran interacción con la audiencia.
La co-comisaria Aída Roger apuntó que se trata de “una comunidad artística muy sólida, muy comprometida políticamente desde diferentes actitudes y lenguajes, con ganas de crear en la esfera del arte un espacio de reflexión crítico, que se había desactivado en los 80”. El legado que han trasmitido a las jóvenes generaciones que beben de ellos, en ocasiones “sin saberlo”, es “ético-estético”, lo que tiene su importancia “en un momento como el actual de pandemia”, según explicaron los responsables de la propuesta.