legó a Hollywood como el Hombre sin nombre pero marcó huella: Clint Eastwood cumple 90 años como un icono del cine en activo que acaba de dirigir su última película mientras se mantiene fiel a su eterno discurso contra la corrección política.

Con su mirada impenetrable y actitud de tipo duro, Eastwood inmortalizó al antihéroe más popular del Spaguetti-western y pasó a la historia gracias a El bueno, el feo y el malo (1966), hazaña que volvería a repetir al encarnar al implacable inspector de policía Harry Callahan que le establecería como nuevo mito del cine.

Con cinco premios Óscar, otros cinco Globos de Oro, más la Palma de Oro de Cannes y el León de Oro de Venecia, el cineasta podría retirarse tras haber alcanzado todos los honores posibles como actor, director y productor.

Pero Eastwood (31 de mayo, 1930) continúa dirigiendo películas, la última-Richard Jewell- estrenada este mismo año, al tiempo que protagoniza declaraciones al contracorriente de la corrección política que impera en la industria cinematográfica.

Cuando Eastwood experimentó su primer éxito de masas con Por un puñado de dólares corría el año 1964 y la máquina de generar estrellas del celuloide estaba bien engrasada.

Su carrera despegaría como el Hombre sin nombre de la llamada Trilogía del Dolar, pero a cambio se construyó un mito en torno su figura que encajaba a la perfección con los ideales del sueño americano. El relato arrancaría desde el principio: Un bebé que pesó más de seis kilos al nacer en San Francisco, hijo de obreros, que encadenó trabajos para salir adelante y se libró de ir a la guerra de Corea como instructor de natación, después de sobrevivir a un accidente.

Con esos antecedentes y su incursión en algo tan estadounidense como el wéstern, aunque fuera en su versión spaguetti -europea-, la leyenda de Eastwood como prototipo de masculinidad ruda marcharía sobre ruedas.

Lo cierto es que con el tiempo la épica se ha ido matizando: Eastwood creció en Piedmont, una de las zonas más ricas de San Francisco; fue un estudiante rebelde que evitó con astucia que le llamasen a listas en el ejército y que formaba parte de un cuartel de California que tenía conexiones con Hollywood. Con un físico de 1,92 y un rostro fotogénico, el joven consiguió un contrato con Universal y a partir de ahí jugó magistralmente sus cartas.

Tras años como secundario, protagonizó la serie Rawhide y llegó de rebote a España para rodar la trilogía de Sergio Leone en la que inmortalizó su icónica imagen con sombrero y poncho.

Tras conocer el éxito, Eastwood entendió mejor que nadie la dinámica de industria cultural y se anticipó al futuro creando su propia productora The Malpaso Company, con la que daría rienda suelta a su interés por la dirección.

El primer filme de la compañía de Eastwood fue Cometieron dos errores (1968), que costeó con los beneficios de las cintas anteriores y cosechó aclamo de la crítica.

Al tiempo, el estatus que gozaba le llevó a trabajar con Don Siegel, para quien encarnó al policía Harry Dirty Callahan en Harry el sucio, papel estrenado en 1971 que repitió en cuatro secuelas a lo largo de la década.

El mismo año Eastwood debutó como director con el thriller Escalofrío en la noche, que anticipaba su interés por los sentimientos y la psicología. Pudo haber encadenado otro papel mítico en esa década, el de James Bond, pero lo rechazó porque el agente 007 debía tener acento británico.

A lo largo de las décadas Eastwood ha sabido mantenerse relevante: Ganó dos Óscar, a la mejor película y al mejor director, por Sin perdón en 1992 y doce años después repitió gracias a Million Dollar Baby.

Gran Torino (2008), Invictus (2009), El francotirador (2015) y Sully (2016) son sus éxitos más recientes.