Uno de los dos le diría al otro lo que el otro tendría que hacer. El que recibiera las instrucciones cumpliría con lo que el otro le dijera y a veces miraría para un lado sin dejar de hacer lo que el otro le indicara.
Elegirían una tarde sin gente. Se quedarían con él en la biblioteca. Le convencerían para que se quedara con ellos. Seguro que le convencían. Con la pinta que tenía parecía medio bobo. Seguro que no les costaría mucho convencerle. Luego subirían a una de las aulas vacías de la planta más alta. Le hablarían de un libro que había en una clase de los de COU. Le dirían que robarían aquel libro para regalárselo. Poeta en Nueva York. El libro de otro bujarra.
Había ejemplares de sobra. Nadie se daría cuenta. Y le convencerían. Lo tenían muy claro. Le convencieron. Destrozarían su tierno ecosistema. Le engañarían, como luego engañaron también a Josu.
Agárrale de los brazos. Más fuerte. Agárrale bien. Que le agarres bien. Que le agarres bien. Que le agarres bien. Que le agarres. Que le agarres bien. Agárrale. Agárrale. Lo sabía. Lo sabía. Lo sabía. Cógelo. Venga. Cógelo. Cógelo. Cógelo. Arrincónalo y cógelo. No. Tú. Cógelo tú ¿No ves que no puede salir, que hemos trancado la puerta con mesas?
Lo tienes. Ya lo tienes. Vamos, Unai, que no es tan grande, joder, que le sacas dos cabezas. Vamos. Joder. Quita el miedo y agárrale fuerte. Que le agarres bien. Que le agarres. Su puta madre. No tienes ni idea. Voy. Espera. Así. Agárrale así. Mete el brazo al cuello ¿Me ves? Pues haz tú lo mismo. Le voy a soltar ¿Lo tienes? ¿Seguro?
Habla más alto que no te oigo. Otra vez. No. No. No. Que le cojas. Esta vez no te ayudo. Para nada. Como no se tire por una ventana no escapa. No le queda otra. Si nos oye de puta madre. Mírale. Está acojonao. Espera. Voy a cerrarla. Por si acaso. No vaya a ser que se tire de verdad ¿Lo tienes? ¿Seguro?
Eso es. Como te he dicho antes. Pero sube más el brazo. Así. No te pases. Quieto. Si te pasas te lo cargas. Solo es un rato. Para que se de cuenta y no vuelva a soltarse. Para que esté tranquilo.
Pues no le mires. Afloja un poco. Eso es. Afloja un poco más.
Pues no le mires. Sujétale. Sujétale fuerte. Sujeta. Eso es. Espera. Espera. Que me he enganchado con esta mierda.
¿No lo ves? No. Tú estate quieto y sujétale fuerte, que lo desengancho rápido. Puta mierda de sillas. En cuanto le suelte agárrale con toda tu alma, que se nos va. Va a ser rápido. Mierda de sillas. Espera. Espera. Que le agarres. Espera. Ahora. Ya. Buff. Ya estoy aquí. Ya. Ahora vamos a tumbarle. No. Boca arriba no, que no quiero verle la jeta y boca arriba es imposible. Boca abajo. Venga. Rápido. Así no. Hostia. Que así no. Vamos. Vamos. Vamos.
Claro. Eso es. Ahí. Claro ¿No lo ves? De las muñecas. Cógele. Cógele. Cógele. Cógele fuerte de las muñecas. Eso. Eso es. Cabrón. Así. Eso es. Cabrón. Eso es. Muy bien. Que no se mueva. Dios ¿Otra vez? Pero, sujétale bien. Sujétale. Claro ¿Qué crees que hago? Lo mismo ¿No lo ves? Dios.
Que no se levante. La cabeza. Pero, agárrasela. Pues con la rodilla. Con el codo. Con lo que sea. Échate encima de su cabeza. Vamos. Vamos. Ya está. Sigue agarrándole. Que no se mueva. Que no se mueva. Que no se mueva. Que no se mueva. Ya está. Parece que ya. Buff. Parece que ya. Buff. Ya está. Nos ha costado un huevo. No sueltes. No te fíes. No sueltes. En cualquier momento vuelve a escaparse. Espera. Espera que me quito esto. Puto cinturón de mierda. Sujétale. Te he dicho que le sujetes. Que no se mueva, joder. Ya. Ya le sujeto yo los tobillos. Si tampoco es tan fuerte. Cuanto antes se esté quieto, antes acabamos. Si nos oye, si solo le hemos tapado la boca. Si nos oye. A ver si se entera.
No empieces, hostia, que el conserje nunca sube hasta aquí. Que lo sujetes, joder. Ya. Ya. Ya. Ya. Buff. Parece que este capullo empieza a comprender ¿Dónde tienes eso? Joder, pues sácalo. Pero no le sueltes. Dame.
En ese momento sonaría la puerta. O no sonó. Fueron cinco golpes ¿O fueron más?, ¿Quién sería? ¿El conserje? Unai y Juantxu pararon. Matos supo, muchos años más tarde, que el que tocó aquella puerta fue Eduardo. La golpeó cinco, seis veces y se fue.
Matos siempre supo que lo planificaron. Pasó hace mucho, pero Matos todavía podía recordar la cara de una de las voces y la otra cara en silencio, la que le sujetaba. Algún día tendría que contarlo. Alguna vez tendría que decírselo a alguien.
A Julen quizá. A Ray.
Matos siempre confió en ellos, cuando Ray, y ahora cuando estaba con Julen. Julen y Ray nunca supieron para qué todo aquello, la novela. Matos supo que ahora, mientras estuvieran los dos leyendo esto, entenderían para qué les había pedido que le ayudaran. Las papeleras. Las ilustraciones. Algún día tendría que contarlo. Algún día contaría todo aquello que pasó aquella tarde en un aula de un instituto llamado de Los Herran, un insti como otro cualquiera de la pequeña ciudad. Tenía que contarlo para salvarse, para salvarles también a ellos, a Juantxu y a Unai, al que hablaba y al que oía Matos callar.
Matos nunca tuvo tan claro como ahora que por fin había llegado ese momento.Continuará