l planeta entero está sometido a una tremenda sacudida por culpa de la pandemia decretada por la OMS con motivo del ataque furibundo del Covid-19 que amenaza la salud pública del personal, al modo de la medieval peste o peligrosa plaga egipcia de los tiempos bíblicos. Esta paralización de países y sociedades enteras está asistiendo a la construcción de variadas estrategias de comunicación, que pretenden salvar los muebles de naciones, gobiernos, grupos de poder, medios de comunicación y otros agentes de esta sociedad líquida, gaseosa y poco sólida. Las consecuencias de esta amenaza a la vida de los ciudadanos se harán sentir en todos los órdenes de la convivencia que necesita responsabilidad y disciplina para atajar el caminar asesino de la pandemia. Todos los grupos, estamentos, asociaciones y organizaciones de variado peaje tienen que enfrentar las consecuencias de la salud globalmente amenazada, y como problema añadido cada estrategia de comunicación se comporta como elemento fundamental para transitar por estos tiempos de reclusión, aislamiento y recogimiento. La información y la manera de distribuirla se convierte en elemento vital para cohesionar la sociedad cabalgando sobre el agazapado miedo por las consecuencias de la enfermedad. La mayor responsabilidad comunicativa se centrar en las autoridades sanitarias y gubernamentales, que deben suministrar información atemperada, contraria a las abundantes fake news, y ofrecida con prontitud y rigor para evitar especulaciones y narraciones contrarias al interés ciudadano. El plan de comunicación en tiempo de crisis es más necesario que en el habitual día a día. Credibilidad, respeto a la fuente y su manera de contar la historia de lo que sucede es pilar básico para que la sociedad soporte con entereza las dificultades del difícil tránsito para superar la crisis sanitaria, económica y social. Un reto para todos que comienza con el modo de informar, comunicar y contar la realidad.
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