Vitoria - Mientras en sus aulas prosigue el curso, la Escuela de Artes y Oficios abre hoy dos nuevas muestras dentro de su calendario expositivo. A partir de las 19.30 horas se producirá la inauguración de y comieron perdices de la ilustradora y artista manual Ainara Tavárez, y de Sílice Anexa, del fotógrafo David Guerrero. Ambas propuestas se podrán visitar en el centro hasta el próximo 8 de abril, justo antes de los días festivos.

En lo que respecta a Tavárez Álava, la creadora toma como punto de partida cuentos infantiles bien conocidos, relatos universales en los que, más allá de la imagen trasladada por las grandes producciones cinematográficas de dibujos animados y de las versiones edulcoradas que tan frecuentes son de un tiempo a esta parte, hay escenas "tremendas", con lobos abiertos en canal para llenarlos de piedras, manzanas asesinas y otras lindezas por el estilo. "De las digestiones que hay en los cuentos nadie habla", dice con una sonrisa la artista.

Es en esos instantes en los que Tavárez se detiene para, tijera y papel calado en mano, hacer su propia interpretación de esos momentos. Cada obra es una pieza en sí misma, sin empalmes ni nada por el estilo. "En realidad, el hecho de cortar me resulta fácil", siendo más procelosa la tarea de hacer el diseño previo. "Es como mirar qué hay dentro, como esos dibujos animados en los que un personaje se electrocuta y se ve el esqueleto", obras para que el público "juegue a averiguar de qué relato se trata".

En lo que respecta a Guerrero, el fotógrafo y geólogo toma como punto de partida de su proyecto el pequeño pueblo de Silanes, localidad a la que le unen lazos familiares y recuerdos de la niñez. Son miles las imágenes que atesora en esta serie todavía abierta, que aquí se resumen en 25 fotografías con una gran carga simbólica, estímulos para que los visitantes de la muestra generen sus propias historias.

"Para mí es un universo mágico" donde de niño se estaba pero no se podía permanecer, en donde había libertad para hacer pero limitada por las normas de los mayores. Pero no se trata de documentar el lugar o quien lo habita, sino de evocar sensaciones, pensamientos, sensibilidades. Una "recreación autobiográfica" abierta a interpretaciones.