Vitoria - Aunque es el jazz el protagonista de cada paso que da el Dazz en su programación, mañana a las 19.30 horas se producirá una excepción con nombre propio, el de Mikel Urdangarin. Junto al piano, el músico repasará su trayectoria y presentará varios temas nuevos.

¿Qué hace un cantautor en un club de jazz?

-(Risas) Eso se lo tienes que preguntar a Beñat Lasagabaster, que es el que tiene la última palabra. No, bueno, yo se lo propuse a él. Es cierto que desde que recuerdo, soy el primer músico que no es de jazz que va a tocar allí. En marzo llevaré al Arriaga este formato de piano y voz pero quería hacer unas actuaciones previas antes de llegar a esa cita. En Gasteiz, el lugar idóneo era el Dazz por muchas razones. Para empezar, porque me encanta y soy asiduo. Pero también porque tiene un piano. Haré lo que sé, y espero que nadie se queje por no hacer un concierto de jazz.

¿Pero habrá algún guiño?

-En la vestimenta, quizá (risas). No quiero meterme en lugares desconocidos porque el jazz me encanta y, precisamente por eso, le tengo mucho respeto. La idea es hacer un concierto que merezca la pena. Tampoco creo que nadie espere jazz. Aunque quizá salga algún acorde suelto.

¿Qué repertorio compartirá: nuevas canciones, temas de su carrera, tal vez algo de Cohen ahora que ha salido el disco 'Hotza da NY is cold'...?

-Respecto a lo de Cohen, guiños no habrá. Hace tres años que hicimos esa aventura aunque salga ahora el disco y es bueno dejar a Cohen en paz. En este concierto lo que voy a hacer es recuperar canciones que hacía mucho tiempo que no tocaba. He buscado temas que se pudieran adaptar bien a este formato de piano y voz. Así que esas dos cuestiones han marcado la selección, porque es verdad que tenía ganas de mirar hacia atrás y recuperar canciones que tenía muy apartadas. Tampoco soy un pianista, soy un cantante que se ayuda del piano para transmitir. Al final, con el piano empecé hace poco. Y también sonará algo inédito y algo de Margolaria.

¿Mucha gente se va a sorprender al verle con el piano?

-Esperemos que no se sorprenda para mal. Yo estoy enamorado del piano; él de mí, no lo tengo tan claro. Compré un piano hace 20 años para ir descubriéndolo pero sin prisa. Solo que ese ir haciendo poco a poco se convirtieron en 17 años sin abrir la tapa. Solo lo tocaban los amigos que venían a casa y ya sabían. Avergonzado del poco caso que le hacía, hace tres años empecé a tomar clases con una profesora del barrio. Ahora sigo descubriendo. Cada vez que aprendes algo nuevo, descubres un montón de cosas. Estoy en ese proceso y me siento fascinado. Siempre he tenido pianistas muy buenos al lado y los he disfrutado. Pero eso es una cosa y otra, estar directamente con el piano. Estoy descubriendo el mundo que hay detrás de la puerta que he abierto.

Pero eso, a la hora de recuperar canciones, habrá supuesto cambiar arreglos, sonoridades... ¿Mucho trabajo, no?

-Totalmente. El trabajo ha sido mucho y muy íntimo. A la hora de adaptar las canciones tienes que repensar todo desde el principio. No me he limitado a copiar las canciones. No quiero decir que las haya vuelto a componer, pero casi. De hecho, este proceso me ha obligado a buscar algo más, sobre todo en la armonía. Y en expresión también, porque no cantas igual arropado por el grupo que solo al piano. Es imposible cantar igual. Eso era lo que quería, tocar de una manera en la que pudiera disfrutar cantando y que la voz y el piano se fusionasen bien. No puede haber tensión.

¿La guitarra le mira celosa?

-(Risas) No porque tampoco la he tratado excesivamente bien. Igual hasta está descansando un poco de mí. Tampoco me he considerado nunca guitarrista, sino alguien que se sabe acompañar, más o menos, de la guitarra.

De todas formas, de cara a las nuevas composiciones que está sacando, ¿qué le está aportando el trabajo con el piano?

-De hecho, lo nuevo que estoy haciendo está siendo al piano. Es una manera de aprender también. Me doy cuenta de que lo que estoy componiendo sería imposible de hacer a la guitarra. El piano te obliga a hacer las cosas de una manera diferente. Te abre el paisaje y eso me interesa mucho. Y, sin duda, me está afectando a la hora de componer y afrontar nuevos proyectos. Espero que sea para bien.