Vitoria - De la mano de Ane Gebara, el espacio cultural ARTgia inició el pasado septiembre la programación de exposiciones correspondiente a la segunda edición de sus ayudas para visibilizar a los artistas más próximos, acompañándoles en la producción de sus últimos proyectos. Hoy, la sala ubicada en Judimendi da el segundo paso dentro de ese camino con la apertura, hasta el próximo 17 de noviembre, de Hilarria, propuesta escultórica y fotográfica sustentada en el trabajo conjunto de Sara Rodríguez y Alazne Payueta.
Se completa de esta manera un proyecto que empezó a tomar forma hace un año, encontrando la chispa en dos materiales que en apariencia tienen poco que ver entre sí, el cemento y las flores. “De pensar en ambos nos apareció la palabra cementerio”. Más allá de las connotaciones religiosas, el concepto de lo sagrado, la idea del santo, la reflexión sobre la perdurabilidad en el tiempo rondan una muestra de marcado peso escultórico, con diferentes piezas que se adueñan de distintos lugares y alturas de la sala.
En todas ellas, el frío cemento y una amplia variedad de flores secas cogidas en el campo se entremezclan sin que en realidad nada esté al azar. Piezas a las que se suman otros materiales como trozos de cortinas, utensilios tirados a la basura por terceros frente a su taller, herramientas muertas para otros que, sin embargo, han encontrado una nueva vida de la mano de las dos creadoras. “El día que nos encontramos allí unas rosas olvidadas fue como una señal”, sonríen Payueta y Rodríguez.
Junto a esta serie de esculturas, Hilarria se completa con una instalación fotográfica que toma como punto de partida el plano del cementerio de Santa Isabel. Tomando como referencia sus tumbas, nichos, caminos y jardines -que en realidad guardan fosas comunes, algo que ambas han tenido muy en cuenta a la hora de construir esta pieza-, las artistas recrean, de nuevo con las flores como material de trabajo, el mapa del campo santo, una reconstrucción que cada una empezó por un lugar diferente hasta llegar al punto medio, a un encuentro que dejan en blanco, sin intentar que el teórico puzzle case a la perfección, puesto que en ese espacio “también encontramos belleza e interés, aunque puede que haya quien no lo vea así”.
Así se configura una exposición que pone la guinda a un proceso “que para nosotras ha sido lo realmente interesante; creer en algo, en nuestro caso, significa creer en lo que hacemos”, como también explicarán este mediodía en la inauguración oficial de la muestra. “Trabajar juntas ha supuesto algo enriquecedor porque, más allá de que nos hayamos entendido bastante bien, cuando hemos tenido opiniones contrapuestas, eso nos ha llevado a argumentar y, por lo tanto, a analizarnos”, explican Payueta y Rodríguez, que tras conocerse en Bellas Artes y compartir una residencia artística en Vitoria, ahora dan otro paso más con Hilarria, más allá de que lo próximo, para ambas, pase por desarrollar por separado sus respectivos procesos.