Sitges - La actriz y directora italiana Asia Argento, una de las abanderadas del movimiento #MeToo, aseguró ayer en el Festival de Cine Fantástico de Sitges que las mujeres directoras están “aún muy lejos de ser iguales” en relación a los cineastas masculinos. Argento protagonizó un encuentro con seguidores y periodistas, aunque sin preguntas, horas antes de recibir en una gala el Premio Méliès en reconocimiento a su trayectoria en el cine como actriz y directora.
La actriz italiana reconoció que en los últimos años se ha producido una evolución y “las mujeres tienen cada vez más oportunidad para expresarse a sí mismas” debido a que hay “gente que cree en ellas y pone dinero en sus proyectos”. Sin embargo, añadió que “aún estamos muy lejos de ser iguales como directoras y el porcentaje de mujeres sigue siendo muy bajo respecto al de hombres”. Cree que las mujeres pueden hacer cosas completamente diferentes: “Tenemos una diferente sensibilidad y punto de vista”; y finalmente achacó la situación al poco apoyo de los inversores.
Asia Argento se mostró agradecida al certamen por el premio pero no cree merecerlo: “Cuando le dije a mi hijo que vendría a Sitges a recoger el premio me preguntó si me iba a morir, pero cuando le dije que comencé a trabajar con 9 años y llevó ya 36 años de carrera, se quedó más tranquilo. Es verdad que he trabajado más en el cine que vida he tenido”. De todos modos, confiesa que no piensa mucho en su carrera y ni ve las películas en las que ha actuado. “Es un trabajo complicado -agregó-. Hay muchos egos, todo ese mundo glamuroso no me interesa, no es cool, y además conlleva la pérdida del anonimato”.
tema genético Venir de una familia tan cinematográfica, con su padre Dario, director; su madre Daria Nicolodi, actriz; su abuelo Salvatore, productor; o su tío Claudio, productor y guionista, lleva a Asia a pensar que su relación con el cine es “un tema puramente genético, que viene de lejos, ya con un tatarabuelo distribuidor en Brasil”. Y añade que “ser hija de Dario Argento me ha dado muchas lecciones” y que se queda con una frase que le repitió al principio: “Sé tú misma, y déjate guiar por tu instinto”. De su padre, uno de los máximos exponentes del giallo, género cinematográfico genuinamente italiano que mezcla el terror y el suspense, dice que “es una persona que ha exorcizado sus demonios y que si no hubiera hecho cine habría sido un asesino o un delincuente”. Crecer con esta familia “forjó mi personalidad y en paralelo hizo que creciera mi interés por el cine, la literatura y las artes”. Como padre es “un gran padre”, apuntó la actriz, a quien le gustaba visitarle en los rodajes. Reconoció que “había un contraste entre el que veía en casa y en el rodaje”. Precisamente, una de sus primeras películas fue Trauma, en la que trabajó a sus órdenes, lo que supuso también “un cambio en nuestra relación, ahora intentamos hablar poco de cine”.
Asia Argento dijo que ha sido “autodidacta” en todo lo que ha trabajado y que, a pesar de que no se enorgullece de no haber acabado el bachillerato y de considerarse “incompetente en la mayoría de cosas” que hace, se ve a sí misma como una “osada para lanzarse a la piscina”, como ha hecho en el terreno de la música. Conocer “todos los trucos de los actores” le ha dado cierta ventaja cuando ha dirigido, aunque cada persona es diferente, y su aproximación hacia los intérpretes ha sido “o amable o estricta”, pero siempre le gusta “cogerlos por sorpresa”, como hizo con Charlotte Gainsbourg en Incomprendida.
“Obstinación” es la palabra clave que repitió como lo más necesario para conseguir el sueño cinematográfico, una carrera de obstáculos que para las mujeres es aún más difícil por los problemas para obtener financiación, como ella ha experimentado cada vez que ha dirigido. Sin llegar a renegar de su experiencia norteamericana, donde trabajó en proyectos con Sofia Coppola o Gus van Sant, se muestra “cansada de que siempre le ofrezca el mismo papel, de prostituta, con variaciones, prostituta lesbiana, prostituta gogó”. Recurriendo a la alegoría bíblica, la actriz y directora respondió: “El diablo me enseñó Hollywood desde lo alto de una montaña, pero yo dije que no, porque es una picadora de carne de la creatividad”.