Vitoria - Puede que a alguno le parezca mentira pero el tiempo pasa y a esta cuadragésimo tercera edición del Festival de Jazz de Gasteiz le ha llegado el momento de despedirse, un broche que se pondrá en Mendizorroza con una última doble sesión que tiene todos los argumentos en su mano para ser más que interesante, aunque luego serán los músicos quien se encarguen de ratificarlo. Al batería, compositor y productor Makaya McCraven le tocará poner todo en marcha. Después será Kamasi Washington quien ponga la guinda. Así sucederá a partir de las 21.00 horas, estando las entradas a la venta por 40 euros cada una.
Desde la entrada de los nuevos responsables del certamen, una de sus intenciones ha pasado por abrir el cartel del viejo polideportivo a aquellos nombres propios que están siendo protagonistas hoy de la escena, más allá de que, como en el caso de McCraven, no tengan tanta prensa como intérpretes más veteranos o con mejor venta mediática pero que hace tiempo que no ofrecen nada nuevo en su música. El festival quiere ser reflejo de lo que está pasando justo ahora y de ahí esta clausura que puede contentar a partes iguales a, como se suele decir, los más cafeteros y a un público joven que mira al jazz como una música del pasado que ya no puede aportar.
Será McCraven quien se suba en primer lugar al escenario en compañía de sus habituales Greg Spero (piano y teclados), Irvin Pierce (saxo tenor), Matt Gold (guitarra) y Junius Paul (bajo), desgranando parte de los temas de su última referencia como líder, Universal Beings, un disco con el que él mismo ha dicho en alguna ocasión que pretende entregar un mensaje global de paz, unidad y poder multicultural. “Como persona de raza, nacionalidad y etnia mixtas, quiero que mi identidad y contribuciones pinten un mundo que no esté vinculado por el género, la raza o las fronteras nacionales, sino que se unifique a través del amor por la cultura y la comunidad musical. Atado por los legados del pasado, pero mirando hacia un nuevo futuro más universal” apunta el músico, ideas que se ven reflejadas en su trabajo.
Hijo de músicos de diferentes procedencias, su historia personal responde a ese viaje continuo en lo geográfico pero también en lo creativo, un camino que se inició en París pero que siguió al poco tiempo en Estados Unidos, una senda que se sustenta en las bases del jazz pero que sabe y quiere mirar a otras sonoridades y géneros.
En muy pocos años como líder, ha conseguido que no pocos ojos se pongan en él como una de esas nuevas voces del jazz en este siglo XXI, capaces de saber conjugar pasado y presente para asegurar el desarrollo futuro del género, aunque eso le ponga los pelos como escarpias a algunos, que de todo hay. Por ahora, él sigue firme en su apuesta por una música orgánica.
Claro, qué decir de quien le tomará el relevo, un Kamasi Washington que es incomprensible que no haya estado todavía en Vitoria. Lo hará hoy junto a Patrice Quinn (voz), Ronald Bruner (batería), Ryan Porter (trombón), Miles Mosley (contrabajo) y Tony Austin (batería). Camino de los 40, el saxofonista ha conseguido en los últimos años colocarse en el primer plano de la escena internacional gracias a un sonido y una filosofía sobre la música y la vida marcada por la positividad y el encuentro cultural y humano.
Desde el conocimiento profundo del jazz, desde una precisión técnica envidiable y desde su gusto por jugar con otros géneros, Washington ha conseguido además conectar con un público muy diverso, sobre todo gracias a unos directos en los que todo puede pasar.