No es necesario complicarse la vida. A veces, desde lo más sencillo se puede construir algo grande si para ello se cuenta con calidad, talento y buenos compañeros de viaje. La demostración más clara la vivió ayer Mendizorroza en el primero de los conciertos de la doble sesión del jueves de la mano de una Regina Carter que supo llevar en todo momento la actuación por donde ella quería y para ello contó con la inestimable colaboración de Adam Birnbaum (piano), Chris Lightcap (bajo) y un gran Alvester Garnett (batería). Blues, góspel, aires africanos... se dejó llevar por todos sus recursos en un recital en el que, sobre la base del jazz, no abusó ni siquiera del tiempo. De hecho, se terminó haciendo demasiado corto, bis incluido. El violín reinó como quiso. Foto: Iñigo Foronda