Vitoria ? Nació en Mendaro, tiene en Gasteiz su segunda casa y se ha pasado los últimos años formándose en la Berklee College of Music y en el New England Conservatory de Boston. Ahora, el pianista y compositor Iñigo Ruiz de Gordejuela ha vuelto a este lado del Atlántico para seguir dando pasos en una trayectoria que ya cuenta con diferentes producciones como el disco Urjauzia realizado junto al guitarrista gasteiztarra Adrián Fernández. Él, por cierto, será uno de los músicos que acompañará a Ruiz de Gordejuela el próximo 19 a las 18.00 horas en el Principal dentro de la Konexioa del cuadragésimo tercer Festival de Jazz de la capital alavesa, actuación en la que también tomarán parte Song Yi Jeon (voz), Jort Terwijn (bajo) y Helen de la Rosa (batería).
¿Qué es lo que se encontrará el público que acuda al teatro?
?Es una propuesta que reúne mis composiciones originales, la mayoría nuevas y alguna reciente, del álbum que hice hace dos años con Adrián. Es una conexión de músicos de sitios muy diversos, intérpretes que he ido conociendo en los últimos años y con los que he tocado mucho, aunque no como grupo. De hecho, no lo hemos hecho todos juntos a la vez nunca. Hasta ahora, Konexioa todos los años se ha hecho contando con un músico vasco o de la escena de aquí con un músico extranjero. Yo le propuse al festival que lo que quería era tocar con gente con la que ya había trabajado antes, en vez de traer a alguien porque sea conocido. La nuestra va a ser una Konexioa de personas de diferentes países y de diversas escenas musicales.
No es la primera vez que va a tocar en Vitoria, en la que ha sido su casa durante años, pero este concierto no deja de ser su debut en el programa oficial del certamen. ¿Es diferente más allá de que todas las actuaciones sean importantes?
?Es especial, sí. Simplemente viendo el cartel de este año percibes un cambio en el festival, en su mentalidad, y por primera vez, en mi opinión, se reconoce que hay una escena en la península igual de válida que otras escenas, que para ser bueno no hay que ser americano. Ves el programa y eso se reconoce. Estoy muy contento de participar en este cambio y espero que ese cambio no se quede en estos cinco días al año. Realmente nos tenemos que creer que hay músicos buenísimos aquí y que esta escena vale la pena, también el resto del año.
A pesar de ser un músico joven lleva ya un recorrido detrás. ¿Uno nunca se termina de construir, pero a qué tiene que sonar Iñigo Ruiz de Gordejuela, cuál debe ser el sello, partiendo de la base de que pianistas hay muchos?
?Muchos y muy buenos. Esto no es una competición. De hecho, y esto se lo digo muy a menudo a mis alumnos aquí en Vitoria, cuantos más seamos, más sumamos. Cuantos más músicos seamos en la escena, mejor para todos. Respecto a la pregunta, creo que eso se va moldeando con las vivencias que tiene cada uno, con las influencias del momento, tanto musicales como vitales. Mi último disco, Surrogate Activities, está un poco más enfocado como la música de cámara. He escrito más las partes, hay menos lugar para la improvisación y más desarrollo musical escrito. En cada época tengo unas vivencias y unas influencias, y eso me lleva a tocar y escribir de una manera u otra.
Más allá de lo que tiene que ver con la formación, ¿qué poso le han dejado los años en Boston?
?Muchísimo poso y no solamente en la música. Me ha enseñado a valorar lo que tenemos aquí, el sistema y la educación que tenemos aquí, a valorar a la familia y las amistades. Al final, es algo que te saca de tu ambiente y te hace darte cuenta de las cosas, no todas buenas ni malas. Podría poner muchos ejemplos, pero sobre todo ha sido una aprendizaje vital. No digo que haya que salir de tu ciudad para tener esas experiencias pero, sin duda, ayuda ir de la pecera al mar.
¿Por qué no se ha quedado en Estados Unidos si profesionalmente puede ser mejor estar allí?
?Al final es una elección personal. Es algo que dictan las prioridades de cada uno. Soy músico pero la música no es lo más importante en mi vida. No sacrificaría ciertas cosas por la música. Quiero estar cerca de mi familia, vivir con mi pareja, estar en la huerta del caserío que tengo en Gipuzkoa... Me encanta la música, quiero seguir haciéndola siempre y creo que aquí hay mucho potencial y músicos espectaculares. No me gusta esa idea de que lo de fuera es mejor. Incluso te diría que tengo más oportunidades de tocar mi música original aquí que en Boston. Creo que en Europa hay más espacio para la música original de cada uno y para los proyectos personales.
Por cierto, ¿el Ruiz de Gordejuela pianista, cómo se lleva con el compositor?
?Uno emana del otro, no hay problemas entre ellos. Compongo desde el piano y una cosa va con la otra.
Hablaba antes de su último disco, un ‘Surrogate Activities’ en el que intervienen diez músicos, que es algo que hoy se ha convertido en un lujo.
?Sí, lo es. Además, quien sepa algo de música y de producción musical sabe que ahora todos los discos están megaproducidos. Yo quería romper con eso. Ni soy el único que lo hace ni he inventado nada, pero sí me apetecía ir al estudio con todos durante diez horas, grabando todos a la vez. Creo que el resultado es bonito. No es perfecto, claro, pero es lo que es, mi disco, lo que quise hacer.
¿Tiene en mente el próximo disco o...?
?No hay plazos. Un disco es muchísimo trabajo. No sé, quién sabe. Igual a raíz de Konexioa me encanta este grupo y nos lanzamos. Las cosas aparecen así.
También está desarrollando aquí su faz pedagógica. ¿Le sorprende encontrarse con gente joven que quiere adentrarse en el jazz?
?Sí y es positivo, es síntoma de que cada vez hay más músicos, más interés por estas cosas y más divulgación, que es algo que hay que agradecer a la gente que se dedica a la música durante todo el año en Vitoria y aspira a que exista una movida cultural real en la ciudad.
¿Qué le atrajo a usted al género?
?Mira, recuerdo ir al Festival de Jazz con mi padre, que falleció hace once años. Me acuerdo de aquello y de cómo me fascinaban las armonías, los ritmos... no sé, era algo irracional. Decía: no sé lo que es pero es increíble. Eso no me pasaba con la música clásica, que era lo que estudiaba. Y a día de hoy sigo sin saber la razón por la que algo me fascina y me encanta. Es la magia de la música. Si supiéramos a ciencia cierta que estas armonías te hacen llorar o reír, nada tendría misterio. La magia está en que cada artista te hace llegar las emociones de una manera. Es como un chef, que cada uno te hace llegar un sabor de distinta forma. No podemos decir: esta progresión 2-5-1 y vamos a cuarto menor porque eso nos hace evocar la infancia de la gente. No, esto no funciona así.
¿Tiene el jazz todavía posibilidad de desarrollo?
?De las músicas que me he encontrado, el jazz es la más flexible y moldeable a la hora de incorporar influencias y de intercambiar géneros e instrumentación. Otra cosa es lo que hagamos con ello. Cada músico desarrolla un lenguaje. Es jazz porque hay algo en común, pero no sé si lo mío es jazz o lo que hace el de al lado. Porque yo también tengo mucho de Oskorri, de Shostakovich, de... Uso el jazz porque me permite improvisar, cambiar la instrumentación en cada concierto, variar los arreglos en cada actuación.
A todo esto, ¿qué tal en un teatro como el Principal? ¿Disfruta más en un club, en un espacio menos formal?
?Hombre, el público ayuda mucho a que algo sea emocionante o lo contrario. En un club de jazz, si es de verdad, la gente que va conoce un poco, sabe de qué va y hay un código común entre el público y los músicos. Eso puede no ocurrir en un teatro. Pero el sonido suele ser mucho mejor, igual que la iluminación y otros factores que contribuyen a la música. Todo puede pasar en cualquier sitio. Nuestra responsabilidad como músicos es crear la conexión con el público. No podemos ir a un escenario y pretender que los espectadores sepan de qué vamos, qué hacemos... Más que tocar muy bien y hacer unos solos increíbles, tu deber como artista es saber comunicar lo que quieres al público. Habrá quien discutirá esto, eso lo tengo claro. l