Vitoria - Aunque la tecnología esté sirviendo para sofisticar los métodos, en realidad el ser humano, casi siempre con la excusa de garantizar la seguridad de la sociedad, lleva siglos utilizando o buscando herramientas para identificar a sus semejantes para así poder controlarlos. Una práctica que se ha ido normalizando hasta llegar a situaciones, como explica la comisaria de la exposición, Cristina Arrázola, un tanto paradigmáticas: “hace años nos preocupaba que nos grabasen las cámaras de los edificios oficiales cuando estábamos por la calle; ahora no nos importa que nos capte cualquier móvil”.
A lo largo de los dos últimos años, Jean Pierre Vargas ha venido reflexionando, investigando y creando en torno a esta cuestión para dar forma al proyecto The eye of the banopticon, que ayer se inauguró en Montehermoso, donde permanecerá abierto hasta el próximo 5 de mayo dentro del programa expositivo que desarrolla el centro junto a la Facultad de Bellas Artes de la Universidad del País Vasco. Iniciativa, por cierto, que ya tiene en marcha una nueva convocatoria por la que los artistas en vías de profesionalización tienen hasta el 2 de junio para presentar sus propuestas de cara al próximo curso.
Ese es el mismo camino que no hace tanto siguió Pierre Vargas para concretar la exposición que ahora se encuentra con un público, una muestra en la que se usan diferentes formatos, también interactivos, para reflexionar junto al visitante en torno a las tecnologías biométricas de control de identidad y vigilancia. “Estos sistemas se han empezado a implementar en diferentes ámbitos de la sociedad, siendo uno de los principales el de los controles migratorios y aeroportuarios. Es en estos lugares donde se puede examinar cómo dichas tecnologías suponen una forma administrativa de gestión de la identidad peligrosamente intrusiva y excluyente, las cuales amenazan la noción misma de ciudadanía”, apunta el autor, que mantiene el proyecto todavía abierto, entre otras cosas porque los pasos dados hasta ahora “me están abriendo nuevas líneas de trabajo para el futuro”.
Vídeo, fotografía, recreación digital... distintas piezas se distribuyen por la sala que ocupa la muestra, en la que el visitante puede ser también protagonista de un análisis de personalidad siguiendo los parámetros de su rostro. Al fin y al cabo, nada escapa al control.