Orson Welles dijo haberla visto más de 30 veces antes de rodar Ciudadano Kane y muchos lo consideran el mejor wéstern de la historia del cine. La diligencia de John Ford ha cumplido 80 años y su mezcla de drama, aventuras, romanticismo y crítica social sigue vigente. Ocho décadas de un viaje en el que nueve personajes apretujados en el interior de un carruaje se desplazan desde un pueblo de Arizona llamado Tonto a Lordsburg, Nuevo México, pese a la amenaza de ataque de los indios. Pero también un viaje desde la intolerancia y el puritanismo que oprimen a los protagonistas al sueño de libertad y segundas oportunidades que representa el Oeste.
“Hay cosas peores que los apaches”, dice Dallas (Claire Trevor), una prostituta con un gran corazón, al referirse a las señoras de la Liga de la Decencia que la obligan a abandonar el pueblo en los primeros minutos de la película. La presentación de personajes en esos primeros minutos -la prostituta, un médico borracho, la estirada esposa de un soldado, un jugador empedernido y galante, un banquero miserable, un falso reverendo, un alguacil y el conductor de la diligencia- es solo uno de los elementos por los que el filme es considerado ejemplar. A ellos se unirá en la primera parada del camino un pistolero prófugo de la justicia, Ringo Kid, el personaje que convirtió a un hasta entonces casi desconocido John Wayne en leyenda de Hollywood y en el vaquero por excelencia.
Las premonitorias ideas de John Ford sobre los males de la América de la época quedan reflejadas también en el personaje del antipático banquero, que en un momento del viaje pronuncia frases como “América para los americanos”, “el Gobierno no debe interferir en los negocios” o “lo que es bueno para los bancos es bueno para el país”.
La estructura narrativa y el virtuoso manejo de la cámara -especialmente en la secuencia, hacia el final, de la persecución de los indios a la diligencia- son otros de los aspectos por los que el filme figura en prácticamente cada lista de las grandes películas norteamericanas de todos los tiempos. Cuando Ford la rodó -fue su primer wéstern sonoro- el género estaba de capa caída, al director le costó mucho encontrar financiación hasta que convenció al productor Walter Wanger, pero su estreno le dio alas y La diligencia quedó para siempre como la gran referencia. La idea la extrajo de un cuento que había leído su hijo de 16 años, Stage to Lordsburg de Ernest Haycoyx. Éste a su vez se inspiró en un relato de Guy de Maupassant, Bola de sebo, de donde salen buena parte de los personajes. Rodada en Monument Valley (Utah), Ford contó con la participación de los indios navajos de la zona, que hacen de apaches.
Como curiosidad, Wayne cobró en La diligencia” casi una quinta parte (3.700 dólares) de lo que se embolsó la que se consideró estrella de la producción, Claire Trevor (15.000 dólares). La censura, por cierto, impidió que se mencionara explícitamente el pasado de prostituta de su personaje. Célebres son también los insultos que Ford, que decía ser su amigo, le dedicó a Wayne en el rodaje, frases como “eres tan torpe como un hipopótamo” o “estúpido bastardo, debería haber conseguido a Gary Cooper”.
Con motivo del 80 aniversario del estreno en EEUU de la película -a España llegó en 1944- la editorial Notorius acaba de publicar un libro de gran formato que combina información del rodaje, los personajes, la estética, influencias y anécdotas con numerosas fotografías.