Londres - La adaptación de Meghan, esposa del príncipe Harry, a las costumbres de la monarquía y los rumores sobre sus supuestas desavenencias con Catalina, cónyuge del príncipe Guillermo, han marcado el inicio del año para la familia real británica.

Los tabloides han aireado que Meghan censura la afición a la caza de su cuñada y, aunque fuentes del palacio de Buckingham han negado que existan roces en ese terreno, Catalina esperó estas navidades a que los duques de Sussex abandonaran la finca de la reina Isabel II en Norfolk para salir a cazar faisanes, perdices y patos. “Meghan ha comprendido que la realeza ha hecho esto durante siglos y no van a cambiar”, aseguró al Daily Mail un miembro del palacio, que detalló que a la duquesa “no le gusta la crueldad innecesaria con los animales”. Catalina, en cambio, es una avezada cazadora y este año ha estrenado su propia escopeta, un arma liviana del calibre 20, lo que ha espoleado aún más las especulaciones sobre sus discrepancias con la antigua actriz de la serie Suits, que contrajo matrimonio con Enrique en mayo y espera dar a luz en primavera.

Ambas apartaron cualquier diferencia, sin embargo, durante la jornada de Navidad, en la que llegaron formar equipo en una partida de Scrabble, según reveló The Sun. “Si las tropas alemanas y británicas pudieron poner sus diferencias a un lado para jugar al fútbol durante la Primera Guerra Mundial, la sensación fue que Catalina y Meghan podían hacer lo propio en el Scrabble”, relató al tabloide una fuente interna del palacio. A pesar todo, el diario asegura que la esposa de Enrique, de 37 años, “hizo llorar” a Catalina, de 36, durante una discusión sobre los vestidos de las damas de honor antes de su enlace, mientras que la duquesa de Cambridge desaprueba la actitud de su cuñada con el personal a su servicio.

dimisiones Desde la boda que se celebró en Windsor, dos asistentes de Meghan han anunciado su intención de dejar su puesto. En diciembre, Samantha Cohen, secretaria privada de los duques de Sussex, comunicó que abandonará su trabajo una vez nazca el bebé de Meghan, tras 17 años al servicio de la familia real. Semanas antes, Melissa Touabti había dimitido como asistente personal de la duquesa tras seis meses en el puesto. Una fuente aseguró al Daily Mirror que la actitud de Meghan es “dictatorial” y a menudo envía correos electrónicos con peticiones a horas intempestivas. Otra persona cercana al palacio argumentó en cambio que la duquesa “simplemente no tiene miedo a expresar sus opiniones”.

La duquesa ha ocupado asimismo espacio en los tabloides en los últimos días debido a sus complejas relaciones familiares. Su padre, Thomas Markle, aseguró a finales de diciembre que no ha vuelto a mantener contacto con ella desde la víspera del enlace, al que no asistió. Ante la ausencia de su progenitor, fue el príncipe Carlos, ahora su suegro, quien la acompañó del brazo hasta el altar.

La hermana de Meghan, Samantha Markle, envió por su parte una postal navideña a la duquesa en la que le pedía que se reuniera con su padre, Thomas, durante las fiestas. “Papá ha intentado contactar contigo y está muy dolido porque le estás ignorando. La vida es corta y sabes que papá es maravilloso”, escribió Samantha, de 53 años, en una misiva divulgada por los medios.

En una entrevista en el programa Good Morning Britain, de la cadena ITV, el propio Thomas dijo sentirse decepcionado y no comprender las razones del distanciamiento. El padre de Meghan alegó motivos de salud para no asistir a la boda, aunque la confirmación de que no estaría en la ceremonia se produjo poco después de que protagonizara una polémica en los tabloides británicos. Antes del enlace, se desveló que Thomas cobró 100.000 libras (110.000 euros) por unas fotografías en las que posó para un paparazzi, pero que él hizo pasar por imágenes robadas.

Los problemas familiares de Meghan no acabaron con la ceremonia en Windsor. Horas después de la boda, uno de sus sobrinos, Tyler Dooley, fue cuestionado por la Policía después de haber intentando entrar a una discoteca de Londres con un cuchillo. - Guillermo Ximenis