Vitoria - Coinciden en el tiempo. El rodaje de la versión cinematográfica de El silencio de la ciudad blanca justo acaba de terminar en Madrid tras ocho semanas de trabajo bajo las órdenes del director Daniel Calparsoro, seis de las cuales han tenido a Álava como punto de referencia, aunque durante la estancia aquí también se han registrado algunas escenas fuera del territorio, como ha sucedido en Urbasa (Navarra). En paralelo, este martes se lanza la tercera novela de la llamada Trilogía de la Ciudad Blanca, Los señores del tiempo, un libro con el que cerrar el camino del inspector Unai López de Ayala Kraken, aunque su creadora, la escritora vitoriana -afincada en Alicante- Eva García Sáenz de Urturi ha jugado en más de una ocasión con la idea de no bajar el telón del todo.
Fue con El silencio de la ciudad blanca con el que todo comenzó, un libro que ha estado entre los más vendidos durante más de dos años y que, de hecho, ha conseguido, de momento, mejores resultados en lo que a la caja se refiere que su continuación, Los ritos del agua. Es más, Atresmedia Cine no tardó en anunciar la compra de los derechos de la primera novela para llevar su historia a la gran pantalla, un encargo que se está haciendo realidad justo ahora gracias a la productora y a Rodar y Rodar. En 2019 llegará el momento del estreno y será la oportunidad de comprobar si en la gran pantalla, esta historia de asesinatos de parejas de una determinada edad que aparecen en lugares señalados de la capital alavesa consigue atrapar a los espectadores.
Con ese objetivo, se ha estado trabajando desde el 4 de agosto, cuando aprovechando la bajada de Celedón se empezaron a tomar las primeras escenas tanto en un edificio de la plaza de la Virgen Blanca como en el exterior de la Catedral Nueva, un edificio que ha tenido bastante más presencia en la película (en su techo se rodó una persecución nocturna bastante peligrosa) que en la novela. En el caso de la capital alavesa, distintas partes del Casco Viejo pero también lugares céntricos como la calle Dato y establecimientos como el restaurante Matxete, el bar Deportivo Alavés, la sala Kubik... han servido para poder llevar a cabo el trabajo.
También, durante las seis semanas de labor aquí, se ha estado componiendo el filme en la cárcel de Zaballa, varios puntos de Rioja Alavesa y espacios de la Montaña Alavesa, por citar algunos ejemplos. Ahora bien, desde el pasado 17 de septiembre, el trabajo -sobre todo para el registro de interiores- se ha venido desarrollando en Madrid, incluso a pesar de que algunos de los componentes de la producción que han estado todo el rato en primera fila, han tenido que ausentarse algunos días para asistir al Zinemaldia donostiarra por tener otros proyectos en el festival, algo que ha sucedido esta misma semana.
Eso sí, tanto técnicos como intérpretes, como el caso de la actriz Aura Garrido, han expresado a través de sus redes sociales la buena experiencia vivida en Álava y sus ganas de repetir, aunque por ahora no hay confirmación de que las otras dos novelas de la Trilogía de la Ciudad Blanca se vayan a llevar a la gran pantalla.
Javier Rey (en la piel de Kraken), Belén Rueda (que tuvo una pequeña lesión durante la grabación), la propia Garrido (que en su cuenta de Instagram ha hecho una intensa promoción fotográfica de algunas partes de Vitoria, destacando una imagen tomada en los Arquillos), Manolo Solo, Pedro Casablanc, Ramón Barea... y Alex Brendemühl (el último en sumarse al reparto para sustituir la baja de Jordi Mollá) encabezan un proyecto que ha contado con la participación de más de un millar de extras.
Con todo, ahora comienza otra fase fundamental para el proyecto, la de post-producción, es decir, cuando la película tomará su forma y fondo definitivo, con la intención de estrenarse a lo largo de 2019 -todo dependerá de los propios planes de Atresmedia Cine con los diferentes proyectos que tiene en marcha, aunque parece que otoño es la época elegida-, aunque ya desde la pasada Berlinale (antes de que se iniciase el rodaje) se ha estado vendiendo en distintos mercados internacionales la producción realizada en Gasteiz, aunque con un nombre diferente al de El silencio de la ciudad blanca. Todo se andará. Por ahora, toca que el equipo humano que han conformado intérpretes y técnicos se disuelva, aunque en los últimos días se han hecho ya pequeños actos de despedida a quienes iban dejando ya su participación en el proceso, como pasó el pasado lunes con Brendemühl.
Novedad literaria La propia García Sáenz de Urturi -que ha asesorado a las productoras de la película para su realización pero siempre manteniendo cierta distancia con el proyecto- ha sido testigo en primera persona de algunos de los momentos del rodaje. De hecho, su primer contacto con la grabación se produjo a mediados de agosto, justo el día en el que se reprodujo, en la plaza del Arka, un paseíllo del guarro correspondiente a las fiestas de La Blanca, más allá de que esta costumbre está ya desaparecida (tampoco existía en el año en el que la autora sitúa los hechos) y de que en el filme, blusas y neskas toman una curva hacia la calle San Prudencio que no se corresponde con el paseíllo normal.
Licencias a un lado, la autora ya expresaba en ese momento su satisfacción por ver que se estaba convirtiendo en realidad un proyecto que “hasta ahora me parecía muy abstracto. Me parece que todo lo que están haciendo es muy fiel a la novela. Hay algunos cambios pero son lógicos y los entiendo perfectamente”. De todas formas, ya para entonces, García Sáenz de Urturi tenía en la cabeza la publicación de Los señores del tiempo. “Tengo ganas de que los lectores de Kraken vean por fin el cierre. A los vitorianos les va a encantar. Es un thriller que dentro tiene una novela medieval sobre el asedio de Vitoria. Es como meter un juego de tronos dentro de un thriller”, con la capital alavesa, de nuevo, como punto de atención, un protagonismo que en Los ritos del agua estuvo más compartido con partes de la costa cantábrica.
En este caso, la autora sitúa la acción en la Gasteiz de 2019. Kraken se enfrenta a unas muertes que son iguales a las que se describen en una novela histórica de éxito, cuyo autor firma con seudónimo: un envenenamiento con la mosca española -la viagra medieval-, unas víctimas emparedadas como se hacía antaño en el voto de tinieblas y un encubamiento, que consistía en lanzar al río a un preso encerrado en un tonel junto con un gallo, un perro, un gato y una víbora. Las investigaciones llevarán al inspector gasteiztarra hasta el señor de la torre de Nograro, una casa-torre fortificada habitada desde hace mil años por el primogénito varón de una familia en la que es habitual el trastorno de identidad múltiple. “Unai López de Ayala acabará descubriendo que Los señores del tiempo tiene mucho que ver con su propio pasado. Y ese hallazgo cambiará su vida y la de su familia”. Y así acabará todo. ¿O no?