Madrid - De joven no se interesó por el teatro y aprendió estructura dramática escuchando música, pero Simon Stephens es uno de los dramaturgos más premiados de los últimos años, responsable de la adaptación teatral de El curioso incidente del perro a medianoche, que acaba de estrenarse en Madrid.

“La idea clave para comprender la adaptación de una obra es diferenciar el trabajo de un dramaturgo y el de un novelista. Ellos pueden detenerse en la observación y en la reflexión, pero yo me preocupo solo del comportamiento de los personajes”, explica el británico (Manchester, 1971). Eso fue exactamente lo que hizo con el protagonista de El curioso incidente del perro a medianoche, extraído del multipremiado best-seller de Mark Haddon, que ahora se puede redescubrir en el madrileño Teatro Marquina a través de un montaje dirigido por José Luis Arellano. Para llevar al teatro personajes literarios tan potentes y “extraordinarios”, dice, “tienes que ignorar su voz y dejar el amor por ellos a un lado”, una técnica que va seguida de la creación de una estructura dramática que, de forma genuina, en las obras de Stephens es muy musical. “Hay dramaturgos que se inspiran en la televisión, el cine, la danza o la pintura, pero yo lo hago en la música porque es la expresión más importante para mí. He aprendido estructura dramática escuchando música”, asegura el dramaturgo, que formó parte de un grupo de punk antes de dedicarse al teatro.

un arte volátil Ese amor por su actual profesión no llegó pronto, ya que -desvela- nunca se interesó por el teatro cuando era joven. “Es horrible admitir esto, pero cuando iba a la universidad todas las chicas más atractivas querían ser actrices y, aunque es ridículo, yo iba ver obras estudiantiles únicamente para conocer a esas chicas”, explica en tono divertido Stephens, que a partir de entonces empezó a enamorarse del teatro por ser “una forma de arte tan volátil como la música”. Lo que nunca esperó es que años después sería uno de los dramaturgos más premiados del momento. Tampoco que todos sus textos serían estrenados en los grandes teatros de Londres, como el Royal Court Theatre o el National Theatre, y que se representarían por Europa, Estados Unidos y Australia. “Mentiría si dijera que el prestigio no ha beneficiado mi carrera, principalmente porque puedo mantener a mi familia sin haber tenido que escribir para televisión y que puedo seguir provocando a la gente con mis textos sin comprometerme”, confiesa el dramaturgo, que actualmente es director artístico asociado en el Lyric Hammersmith de Londres.