se apagaron las luces, se silenciaron los micrófonos y el escenario del pabellón Mendizorroza de Vitoria se quedó vacío el pasado sábado, tras la gala de cierre de la décima edición del FesTVal, festival de la televisión que un año más volvió a congregar a lo más granado del mundo de la tele y superó la prueba de dejar el Teatro Principal como escenario de la gala y probar en el viejo pabellón de Mendi. Bajo la poderosa batuta de Luis Larrodera, elogiado en su quehacer profesional por todos los premiados en las distintas categorías y premiado sorpresivamente con un Joan María Mainat, por su quehacer, madurez y empeño, el fesTVal superó la prueba del nuevo escenario, y casi dos mil personas asistieron a un espectáculo plagado de caras conocidas, en una simulación de Circus, con el citado Larrodera como excelente domador de músicas, coreografías y brillantes vídeos. El equipo directivo con Joseba Fiestras a la cabeza debe empezar a preparar la undécima edición de un acto cultural de nuestros días que parece haber tocado techo y que no debe morir de éxito y tiene que mantenerse como festival vivo, moderno y actual; y para ello se necesita más financiación pública y privada. Superarse, mejorar y elevar el techo actual del evento tiene que guiar a la organización del festival vitoriano en su quehacer para 2019. Se ha cumplido un ciclo de nacimiento y asentamiento del gran escaparate de la tele y llega la hora de los necesarios cambios, propuestas novedosas y presentaciones imaginativas, sin olvidar las sesiones profesionales de ProfesTVal, punto de encuentro para los profesionales, más allá de las rutilantes estrellas de la alfombra naranja. Las inquietudes, vicisitudes y éxitos de este importante sector empresarial y cultural que es la televisión tienen que potenciarse en las jornadas festivaleras como eficaz complemento. Zorionak denoi.
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