- Nació con un as bajo la manga. Aitor, más conocido como Tor Magoa, nunca dejó de creer en la magia. Con más de mil actuaciones a sus espaldas, este mago profesional, miembro de la asociación de magos e ilusionistas de Bilbao, vive de regalar ilusión a los más pequeños, sacar sonrisas a los mayores y, ante todo, sorprender a su público.
¿Es rentable vivir de la magia?
-Sí, de hecho vivo de ella, de actuar ante el público. Dejé mi trabajo en su día para dedicarme exclusivamente a ello, pero es verdad que hace falta hacer mucha magia. Se puede con trabajo y con la cabeza en los pies. Hay que tener cuidado para que no te pille el toro, ya que eres tu propio jefe y todo depende de ti.
Poder decir ‘yo hago magia’ debe ser todo un lujo.
-Sí. La verdad es que cuando empiezas se te llena la boca diciendo: “¡Yo soy mago, soy mago!”, pero con los años te das cuenta de que lo más importante es la reacción que provocas en la gente. Esas caras de sorpresa y asombro lo son todo. Creas un momento mágico en el que antes no había nada, lo que es muy satisfactorio.
¿Lleva artilugios mágicos en todo momento?
-Sí, es verdad que llevo bastantes cosas encima, aunque igual en todo momento es demasiado decir. Sin embargo, tampoco es necesario llevar algo encima para poder hacer magia. puedes estar tomando algo o en la calle y siempre encontrarás algo, ya sean monedas, un lápiz o una servilleta.
Las nuevas tecnologías deben de ayudarle mucho a diferencia de los magos de antaño.
-Sí, los magos solemos estar muy al tanto, en la medida que podemos, de las nuevas tecnologías para poder adaptarlas y enmascararlas un poco para poder hacer magia. De hecho, hay una historia que leí en su día en la que se ve esto reflejado. Era un teatro victoriano en una época en la que la luz eléctrica aún no estaba muy extendida. El mago en cuestión consiguió simular las velas del teatro con bombillas, por lo que era capaz de apagarlas todas de un soplido. Él usaba magia cuando en realidad era tecnología. Era un truco que hoy no tendría cabida, pues todos sabemos lo que es un interruptor.
¿Cómo aplica la magia en su vida cotidiana, fuera del escenario?
-Al final es algo que como lo llevo haciendo desde muy pequeño ha ido modificando mi forma de ser sin darme cuenta. Algo que he notado ha sido la forma de comunicarme con el público. Debes de ser capaz de comunicarte con el público sin ponerte nervioso. Al final cada cosa va unida con la otra. Gracias a ello y a la suerte me han salido cada vez más actuaciones, algo que era incompatible con mi trabajo de aquel entonces, por lo que tuve que dejar la carrera para dedicarme íntegramente a la magia.
Hablando de espectáculos, ¿alguna vez le ha salido mal alguno?
-Sí, muchas veces (risas). Pero hay que saber salir del paso, cambiar las cosas de cierta manera para que nadie se dé cuenta. El salir airoso de un apuro sólo te lo da la experiencia y los años encima de un escenario.
¿Qué truco es su favorito?
-Hago uno en el que me meten en una caja, me cuelgan y soy capaz de desaparecer de allí, un tipo de escape. Puede llegar a ser peligroso, hay muchos magos que han muerto intentando hacer un truco de magia, pero también hay que tener en cuenta el diseño de la estructura, los sistemas de seguridad... Siempre hay cierto riesgo. Me gusta por el efecto que tiene en el público, pero también hay otro en el que pido un billete al público y lo acabo quemando, aunque éste aparezca intacto en otro sitio. La reacción que tiene el público hace que disfrute cada vez que realizo el truco. Provocar diferentes emociones es lo que hace que el espectáculo no sea algo plano, sino vivo.
Debe de haber mucha diferencia entre los niños y los adultos como público.
-Sí, sobre todo es la forma de comunicarte con ellos y de cómo entienden la magia. Puedes hacer un espectáculo que tanto adultos como niños lo disfruten, pero son públicos muy distintos. Por un lado están los niños, que creen abiertamente en la magia, y por otro están los adultos, cuya mente razona de forma más lógica, distinta.
A lo largo de la historia de la magia las mujeres siempre han ocupado un segundo papel. ¿Cree en el machismo en el mundo de la magia?
-No es que crea o no crea, es que existe, aunque cada vez menos. No creo que sea algo exclusivo de la magia. Se da en muchos ámbitos. De hecho, si echas una mirada atrás verás pequeños machismos que te chocan con la visión actual de la sociedad, pero que en aquella época estaban admitidos. No es algo exclusivo de la magia. Es trabajo de todos el que poco a poco vayan desapareciendo.