vitoria - No hay descanso. No se permiten fallos. La disciplina y el esfuerzo diario son los motores que mueven la duodécima edición del Festival Curso Internacional de Música de Gasteiz (FCIMV). Numerosos estudiantes procedentes de múltiples lugares se reúnen, entre el 17 y el 26 de este mes, en el Conservatorio Jesús Guridi para practicar según las directrices de profesores de renombre como Alexander Baillie, Harriet Mackenzie y Nicholas Jones, entre otros muchos.
El silencio es sobrecogedor, todo lo contrario a una escuela de enseñanza general. De vez en cuando, al caminar por los pasillos amarillentos del Conservatorio, se escucha una melodía que invade la estancia. Es en ese ambiente donde surge la magia. Dentro de una de las solitarias clases se encuentra Daniel Ligorio, considerado por muchos críticos como uno de los pianistas de más proyección del panorama nacional. Apoyado en su piano de cola negro, el profesor sonríe al hablar del éxito de matriculaciones para el Festival Curso Internacional de este año. “El número de personas interesadas en participar indica que esta actividad sigue siendo una de las más importantes del país, lo que nos hace estar en el top”.
Sin embargo, muchas de las personas que no poseen una pasión musical pueden llegar a pensar qué hacen, en pleno verano, decenas de jóvenes encerrados en un conservatorio. Mari Carmen Maestro, profesora y pianista profesional, responde amablemente a dicha cuestión. “Las nuevas generaciones tienen mucho nivel para las condiciones que hay en España, pero ese nivel se forja día a día”, asegura de forma tajante. “Las horas de práctica que se pierden no se recuperan después. Esto no es como un examen que puedes estudiar a última hora. Aquí es necesario usar todas las horas del día para practicar y, aún así, siempre te faltará tiempo y muchos se pierden por el camino”, dice. La pianista también se muestra sorprendida por los duros horarios a los que se someten muchos alumnos del curso. “Tienen jornadas durísimas todos los días. Cuando acaban las clases de enseñanza general vienen aquí para seguir sus estudios musicales y no salen hasta que cerramos”, afirma.
Uno de esos alumnos es Asier Oroz, un joven que eligió el piano como el instrumento más acorde a él. “Motiva mucho aprender de los profesores que vienen al curso, y ya si te dicen cosas buenas es genial”, considera, en voz baja para no molestar, el pianista gasteiztarra.
De la mano de Iván Núñez el tour por los pasadizos del conservatorio se hace mucho más llevadero. “Para los chavales es un lujo, vienen encantados. Ellos piensan ‘¿dar clase con Nicholas Jones? ¡Yo jamás podría acceder a este hombre!’. Date cuenta de que son clases privadas”, dice uno de los miembros de la organización del evento. Pero no sólo los profesores causan una gran fascinación a los alumnos.
Los estudiantes también son motivo de admiración por parte del profesorado. “Los jóvenes del País Vasco están muy bien preparados, sin duda. Están dispuestos a trabajar y tienen un nivel excelente”, enfatiza Catalin Bucataru, laureado en numerosas ocasiones y profesor de violín.
Con cierto interés, pero sin soltar su brillante violín en ningún momento, la navarra Naiara Pérez escucha atentamente a Bucataru, su maestro. La situación se repite en el caso de la barcelonesa Clara Oller, quien disfruta de las clases de Alexander Baillie, escocés reconocido internacionalmente como uno de los mejores violonchelistas de su generación, en compañía de Mari Ángel García, traductora. “No depende tanto de la nacionalidad, sino del nivel de cada uno”, comenta Oller, a lo que Baillie agrega que no le gusta comparar los sistemas educativos europeos. “Hay una diferencia increíble entre los alumnos españoles y los alemanes, pero necesitamos esas diferencias, es donde está la riqueza. Al final, somos como hermanos”, afirma el profesor.
El Festival Internacional de Música ofrece hoy a las 19.30 horas uno de los varios conciertos programados hasta el domingo. Carlos Uriel Morales, alumno becado que viene desde México y toca el violonchelo, se encuentra emocionado por tocar en los conciertos del fin de semana en Aramaio y Zalduondo. “Es una de las mejores experiencias de mi vida. Esto es diferente en muchas cosas a mi país. El poder tener a grandes maestros que comparten sus enseñanzas conmigo es genial”, señala el joven, quien dejó la carrera de Física para poder dedicarse plenamente a cumplir su sueño: ser un violonchelista profesional y poder vivir de ello.
Las clases del Festival Curso Internacional de la Música del Conservatorio Jesús Guridi comenzaron el pasado 17 de este mes y finalizarán el domingo con conciertos, programados para los tres últimos días, por parte de los estudiantes del FCIMV a las 19.30 horas. La organización de dicho evento también se encargó de ofrecer como opción de alojamiento la residencia El Pilar, algo que vino muy bien a aquellos estudiantes de origen diverso. Entre algunos datos de interés se encuentra el precio de las clases, ciertamente asequible si se tiene en cuenta el calibre del profesorado de la edición de este año, tanto para clases individuales -130 euros por gastos de inscripción, 270 euros para el alumnado activo y 100 euros para los oyentes-, como para el aprendizaje de la técnica Alexander (150 euros) o de la música de cámara (50 euros).
Aún así, no hay precio para una experiencia tan única como la que viven los estudiantes del FCIMV a lo largo de esta semana. El evento deja una impronta en la vida de todos los alumnos que practican, sin descanso y de sol a sol, con el objetivo de mejorar día tras día. Sacrificar el tiempo libre a lo largo del verano no supone un problema para ellos. Su autodisciplina, su pasión y su gusto por la música mueve, año tras año, a los jóvenes aspirantes para conseguir sus metas profesionales a través de la música. Para ellos, el piano, el violín o el violonchelo ya no son sólo un instrumento más, sino una prolongación de sí mismos, del propio músico, y de su alma.