“Siempre tenía en mente aquellos años de la Arcadia feliz, por lo menos para mí, de la adolescencia”, dice con una sonrisa Estanis Iturricha Iturriaga. Así que el autor, nacido en Mendoza, dio el paso de llevar esos recuerdos, ese pasado sobre el que se construye el presente a un libro que ahora se acaba de convertir en una realidad palpable. De hecho, Diario de un seminarista adolescente (1963-1970) espera ya a los lectores: “me apetecía hacer una especie de testimonio para mis coetáneos, que creo que se sentirán muy a gusto leyendo esto. Pero también deseaba que las generaciones más jóvenes vieran cómo era la Vitoria de los años 60 del siglo pasado y su Seminario”. Una doble intención en la que se fundamenta esta revisión, esta mirada retrospectiva que en nada se podrá encontrar en varias librerías de la capital alavesa.
No se trata de llevar a cabo una novela a partir de aquello que aconteció en la realidad ni de plasmar un riguroso acontecer de los hechos, sino de compartir “una narrativa construida a partir de lo que vivimos”, de la experiencia personal transcurrida tanto en el Seminario Menor de Molinuevo como en el Mayor, sin olvidar las referencias a otros lugares, como el antiguo instituto Ramiro de Maeztu, ni tampoco a la situación actual del propio Seminario Diocesano, que en la portada del libro aparece en una fotografía cubierto por la nieve: “ahora también está en su propio invierno, pero ya resurgirá en primavera o por lo menos es de esperar, aunque sea con otra mentalidad y otras formas”.
Pero el futuro está todavía por escribir. En esta autoedición, el autor se fija en aquella “especie de isla que rezumaba juventud” que ofrecía educación y salidas a “centenares de jóvenes”, más allá de que, al final, “se terminaban haciendo curas muy pocos”. Así se refleja en unas páginas que hablan de “profesores excelentes”, de la disciplina “he sido profesor y sé que ahora no sé da o por lo menos como antes”), de valores, de la espiritualidad, de... “También tuvo sus cosas negativas. Por ejemplo, había una falta total de formación sexual, además en un ambiente muy machista” describe Ituricha, quien tiene claro que “estoy agradecido por la formación que me dieron”.
Desde esas bases se construye una publicación que también cuenta con diferente material fotográfico tanto de la época como actual. “Cuando paso por allí ahora, me llega la nostalgia... pero ya no hay pájaros en los nidos de antaño”. Lo que sí había entonces, según el escritor, era “mucho compañerismo y ansia de educación”. “Los medios que había entonces no eran muchos y sabías que allí te daban una formación que luego te podía facilitar abrir puertas” profesionales, un camino que siguieron muchos alaveses.