No sucede sólo con él pero es un caso más que significativo del desconocimiento que sobre su propia historia cultural tiene Euskadi. De hecho, a buen seguro, muchas de las personas que cada día transitan por la calle José Mardones desconocen que del cantante alavés, el tenor italiano Enrico Caruso llegó a decir que “cuando canta, oigo a un arcángel”. Se pueden poner otros ejemplos de colegas, compositores, críticos y expertos que halagaron al intérprete nacido en Fontecha, un hombre que llegó a ser considerado el mejor bajo del mundo y del que siempre se destacó la extensión de su voz. A pesar de esa importancia y relevancia, lo cierto es que hoy su figura pasa desapercibida para la mayor parte de quienes habitan el territorio que le vio nacer hace 150 años.
En concreto, el mencionado aniversario se producirá el próximo 14 de agosto. Ése es el día del cumpleaños de un José García de Mardones Ortíz de Pereda -Hijo Adoptivo de Vitoria, Hijo Predilecto de Fontecha e Ilustre de Álava- por el que Thomas Gsell procesa una gran devoción desde hace años. “Para mí Mardones es una inspiración. Es un gran cantante olvidado. Hay muchos cantantes en la historia de la música, pero un bajo como él, no. Y era del País Vasco, así que tenemos que conseguir que aquí sea conocido”.
Procedente de una familia marcada por la música (en especial por la ópera), Gsell, en sus años de formación como cantante, se trasladó de Berlín a Roma -entre las dos ciudades sigue compartiendo hoy su residencia- para estudiar. Fue allí donde se encontró un vinilo de Mardones. “Cantaba cosas de Verdi y otras canciones italianas pero sobre todo españolas que yo no conocía. Me resultó fascinante”. Ahí se encendió una chispa que después le llevó a Madrid, a la Biblioteca Nacional, en busca de partituras del bajo alavés, algo que al principio resultó complicado, aunque esta institución adquirió en 1987 un importante fondo relacionado con el intérprete de Fontecha (que incluye también obras dedicadas al cantante por sus autores) que Gsell conoce bien.
Las visitas a la Biblioteca, los viajes a tierras alavesas a lo largo de los años, las investigaciones realizadas en distintos puntos y ámbitos... han hecho que Gsell viva con pasión cada palabra que dice sobre un Mardones cuya carrera se inició en el terreno de la zarzuela, en la compañía de Emilio Sagi Barba. Sin embargo, él sabía que su camino tenía que estar unido a la ópera, algo que pudo empezar a concretar en el Teatro Real de Madrid para, tras acudir a otras ciudades del Estado, triunfar después en el Teatro Nacional de San Carlos de Lisboa y viajar desde allí a Milán y Buenos Aires, desde donde llegó a Estados Unidos, lugar en el que permaneció doce años, siendo una de las figuras más destacadas del Metropolitan de Nueva York, donde se presentó por primera vez en 1917.
Fueron años de gloria, hasta que decidió retirarse de este teatro y volver al otro lado del Atlántico. De hecho, tanto en 1928 como en el 29 ofreció dos conciertos muy especiales en Vitoria, actuaciones en el Nuevo Teatro (hoy Principal) que no volvería a repetir puesto que falleció en Madrid en 1932.
Son esos dos conciertos en el centenario escenario de la calle San Prudencio los que Gsell quiere recordar el próximo otoño, un proyecto que quiere llevar a cabo junto a alumnado del Conservatorio de Música Jesús Guridi, puesto que uno de sus grandes objetivos es conectar a las nuevas generaciones con Mardones. Serán recitales con un repertorio clásico que se quieren acompañar con una exposición, algo para lo que, desde hace un año, se está trabajando también en conversación con las instituciones alavesas y para lo que ya se cuenta con el respaldo de la Biblioteca Nacional de España, la SGAE y el Archivo Vasco de la Música Eresbil.
De todas formas, todavía se está trabajando para concretar esta idea. El que sí ya tiene el visto bueno definitivo es el encuentro popular, festivo y, por supuesto, musical que se llevará a cabo en septiembre en Fontecha, una cita que a Thomas Gsell, que ha visitado muchas veces la localidad desde los años 80, le hace especial ilusión. Un recuerdo, por cierto, que cuenta con el firme apoyo de la Junta Administrativa de Fontecha, el Ayuntamiento de Lantarón y la Cuadrilla de Añana. “Siempre me he sentido muy bien recibido aquí. Para conocerle a él, tienes que conocer vuestra tierra”, apunta el cantante alemán, quien tiene claro que su objetivo fundamental pasa por poner en valor a su admirado cantante: “fue un vasco de reconocimiento mundial pero aquí casi no se le conoce. Es algo que queremos cambiar” y qué mejor que aprovechar la conmemoración de los 150 años de su nacimiento.
Para ello, tanto él como Jessica Gsell tienen también sus aliados en tierras alavesas, a donde han vuelto estas semanas para ir cerrando detalles y sumando apoyos, impulsos más que necesarios para afrontar un proyecto vital y cultural a la altura de José Mardones. “Para nosotros es casi un deber”, sonríen.