La tercera y última entrega de Los diarios de Emilio Renzi, pone punto y final a uno de los ciclos autobiográficos más sobresalientes de las letras contemporáneas. Su autor, Ricardo Piglia, que falleció el año pasado por estas fechas, es el artífice de esta crónica diarística a la que dedicó sesenta años de su vida y que puede quedar -dada su dimensión totalizadora- como la aportación literaria más valiosa de toda su producción, por encima incluso de sus ensayos y novelas.

Autor vinculado al género negro -hay que destacar de entre su obra títulos como Plata quemada y Blanco nocturno-, Pligia fue también un gran teórico de la literatura, un hombre preocupado por el sentido de la creación artística. No en vano, a los entresijos de la escritura dedica buena parte de su obra ensayística, así como no pocas páginas de estos diarios.

Tomando como modelo los textos biográficos de Pavese, Camus o Cyril Connolly, el escritor argentino despliega un vasto mapa histórico y sentimental que va desde su adolescencia hasta el momento de su muerte. Estamos, por lo tanto, ante un corpus vital que Piglia se encargó de ordenar meticulosamente con materiales diversos (hay a lo largo del conjunto artículos y relatos estratégicamente alternados) y que dispuso en tres tomos de similar extensión.

Las dos primeras entregas de los diarios, editadas en 2015 y 2016 respectivamente, abordan los años de formación del escritor, y en ellas encontramos un entramado de apuntes y lecturas referidos a literatura y filosofía. También están ahí sus primeros esbozos novelísticos que nos permiten situar cronológicamente la gestación y desarrollo de algunas de sus obras. Además estas páginas revelan sus escarceos amorosos, su dependencia del alcohol y ciertas drogas, y dan cuenta de la situación política de la Argentina de la época.

Desde un punto de vista literario, y también sentimental, puede que el último tomo sea el más interesante y valioso del conjunto. Dividido en tres apartados, de los cuales el primero y el último corresponden al diario en sí, el volumen incluye la novela corta Un día en la vida. La primera parte del texto abunda en lecturas, encuentros con amigos y reflexiones sobre el suicidio. Días sin fecha, finalmente, recoge las anotaciones de sus últimos años de vida. Aquí, el escritor, enfrentado ya a la enfermedad y a su final, apura un presente precario sin patetismo, al tiempo que hace inventario de películas, ciudades y recuerdos.

Ejemplares por su sinceridad impúdica y afán de verdad, estamos ante unos diarios admirables y, en cierto sentido, canónicos. La brillante técnica narrativa que sostiene su estructura, unida al juego de espejos y a los desdoblamientos de personalidad, hacen de ellos un prodigio estético y moral: el itinerario de una vida dedicada a la escritura y a la indagación en la identidad. Obra monumental donde Ricardo Piglia escribió su retrato más descarnado y feliz. El más verdadero.