Vitoria - Intenta regresar a su ciudad natal cada verano. “Me gusta pintar allí. El País Vasco me inspira mucho”. Aún así, la artista gasteiztarra Cristina Berasategui (CrisdeVer) desarrolla su camino creativo lejos de aquí, instalada ahora en la localidad madrileña de El Escorial. “Después de mucho tiempo trabajando y aprendiendo, estos últimos años en los que he podido centrarme de lleno en la pintura, están dando sus frutos, pues la obra que estoy pintando actualmente es el reflejo de mi sensibilidad y de mi forma de ver y entender el mundo. Las series en las que estoy trabajando, además de inspiración, me generan una renovada motivación para seguir en esta línea e ilusión para seguir pintando”, describe.
Licenciada en Bellas Artes, diplomada en Diseño y Grabado, y técnico superior en Fotografía Artística, la autora busca “seguir evolucionando, creando, pintando” porque aunque pueda ser complicado asentar una carrera profesional, “esto es mi forma de vida”, una apuesta sustentada en exposiciones como las que está realizando en Madrid, en el contacto y relación con diferentes galerías, en el desarrollo de distintas líneas de trabajo (también con la realización de retratos por encargo), y en la consolidación de una idea básica para ella: “Siento que la apuesta que he hecho es la acertada y estoy creando más que nunca”.
Desde el campo de lo abstracto, tres son las series que en los últimos tiempos está llevando a cabo, todas ellas con la naturaleza como punto de partida. La más antigua, por así decirlo, es la denominada Eucaliptos, con la que viene trabajando desde hace algo más de un lustro. “Es una pintura muy matérica” que toma como referencia a este tipo de árbol. “¿Pero si me inspiro en ellos, por qué no aprovecho también su parte real? Para mí la pintura que sólo se queda en representar fielmente, por ejemplo, un campo, no me transmite gran cosa. Creo que la pintura tiene que decir algo más, tiene que ser más introspectiva, subjetiva. El pintor lo ve todo de manera distinta y personal. Es lo que me permite a mí: cómo lo veo, cómo lo imagino, cómo lo quiero cambiar. No quiero representar un árbol, sino que cojo su esencia, también su corteza, y las integro dentro del soporte pictórico”, explica. En esa difusa frontera entre la representación y la realidad, “se crean volúmenes y entra en juego un elemento escultórico que me parece interesante”, apunta la autora, que, de todas formas, sigue probando distintas líneas a seguir, por ejemplo, con los formatos. Así, en algunas de estas piezas está apostando por dar aspecto cilíndrico a varias obras.
Además, como evolución de esta producción, Berasategui ha iniciado la serie Deglupta. “Es pura abstracción. Color y forma. No hay texturas. Aquí es imaginación y toma de decisiones sobre combinación de colores, cómo va a esta mancha, cómo la dispongo? hasta el momento he trabajado con pequeños formatos, pero la idea es hacer grandes. Lo necesito así”, comenta.
Junto a ellas se encuentra la serie Geológica. “La geología es algo que siempre me ha causado fascinación. De hecho, si tuviese tiempo y dinero, me encantaría estudiar. El conocimiento no entiende de separar entre ciencias y letras, por ejemplo. De momento, estudio de manera autodidacta: voy a conferencias, leo artículos? Con esta serie estoy entusiasmada porque estoy muy inspirada y además estoy aprendiendo mucho. Igual es más figurativa que las otras dos, pero tiene su punto abstracto. De hecho, meto mucha materia también y dejo que mi imaginación tenga su papel”.
Se configura así una producción actual que se puede ver tanto en diferentes muestras como conocer gracias a la huella virtual de la artista vitoriana (www.crisdever.com). “Con el público quiero ser lo más sincera posible. No tengo problemas con los retratos. Son encargos, disfruto y ya está. Pero, a nivel personal, estas tres series no las hago para agradar, para que alguien me diga: ¡qué bonito!. No quiero que guste, quiero que la gente vea algo más. Fijarte y reconocer la técnica que hay detrás de una obra está muy bien, pero concibo la pintura desde un postulado más pasional e intelectual”, describe Berasategui, quien reconoce que “me sorprende que a la gente le gusten más los cuadros cuando ven algo reconocible. Me da un poco de coraje. Igual es que no estamos acostumbrados o educados. En las exposiciones, por ejemplo, hay una manía generalizada con explicarlo todo. Entiendo que si no sabes, necesitas que te cuenten, pero igual es mejor primero ver y luego recibir la explicación porque sino estás condicionado desde el primer momento. Estamos perdiendo el hecho de estar frente a un cuadro y sentir, pensar, emocionarnos? Me da igual lo que ha querido decir el autor. Se trata de descubrir por ti mismo, como cuando estás viendo una buena película. Que te haga pensar, imaginar. Lo estamos perdiendo. Y es una pena”. Por ello, tiene claro que “no quiero que el público sea un condicionante a la hora de crear”.
Recorrido Desde estas premisas, la artista mira a un futuro profesional que empezó a gestarse cuando tenía 17 años. Tras hacer el Bachillerato Artístico en el Instituto Mendizabala, tenía claro que quería estudiar Bellas Artes, pero en su camino se cruzó una beca de la Fundación Real Casa de la Moneda en Madrid. “Tienen una escuela pequeña de grabado y diseño gráfico donde casi recibes formación individualizada. Fueron tres años, sobre todo a nivel técnico, muy interesantes”.
De regreso en Gasteiz, realizó Fotografía Artística en la Escuela de Arte y Superior de Diseño para, con posterioridad, entrar en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad del País Vasco. Con todo, su ir y venir al campus de Leioa se vio interrumpido primero por una beca Erasmus que desarrolló en París y una beca Séneca que le llevó a la Universidad Complutense de Madrid, donde terminó por quedarse. “Necesitaba una ciudad grande donde asentarme porque a nivel cultural y artístico requería más alicientes y estímulos”. Tras trabajar como responsable de imagen de una empresa de joyería y, desde su faceta de fotógrafa, para una firma de moda, se trasladó a El Escorial y se centró en su carrera artística. “Aquí estoy muy bien. Me encuentro cerca de Madrid, con lo que eso supone para mi trabajo, pero también al lado del monte, en un ambiente propicio para crear y junto a otros artistas”.