En la zona abisal, la vida también se abre camino aunque parezca imposible debido a las condiciones de las profundidades del mar. Para seguir adelante hay que adaptarse, cambiar, transformarse, buscar. Es a ese abismo, en este caso imaginario, al que la artista gasteiztarra Anabel Quincoces quiere llevar al público que se sumerja a partir de mañana en Montehermoso para, aunque pueda sonar paradójico, poder volver luego a la superficie desde otra mirada. Todo ello desde un antiguo Depósito de Aguas que se convierte en un elemento más de la instalación puesto que Transmutación 11-Abisal Spaces está ideado de manera específica para este lugar.
Esculturas en vidrio, vídeo-creaciones, sonidos y sistemas lumínicos se unen con las paredes del espacio para crear un mundo imposible que pudiera ser real, una profundidad por la que caminar con aparente normalidad sin estar sometido al frío extremo, a la presión hidrostática elevada hasta límites imposibles y a la ausencia total de luz, aunque la oscuridad juega su papel en la instalación. En esta zona abisal, todo es posible, también liberarse de la tiranía y el ruido de lo que ocurre fuera del líquido elemento, de esta actualidad en la que todo va demasiado deprisa, sin tiempo aparente para las emociones, los instintos, las reflexiones sosegadas.
De hecho, esa sensación de estar en un “estado de soledad” para sumergirse en uno mismo a través del contexto que crea la exposición es uno de los grandes objetivos de la producción, que la autora, como ha sucedido en algunas de sus propuestas anteriores, propone visitar cuando menos gente esté en el Depósito. Hay que dejar que, suspendidos en este abismo, entre el silencio se puedan escuchar con nitidez ideas y sentimientos propios. “La instalación recrea un submundo imaginario en el que la transmutación y las criaturas abisales nos susurran desde nuestro interior ancestral para conducirnos a una reflexión necesaria del ahora en que estamos viviendo. Y a partir de estos nuevos paisajes, buscar la disolución de todos los elementos, para superar el concepto de instalación como manipulación conceptual de o en un espacio. Lograr que lo invisible se haga visible, apartándonos del ruido”, apunta Quincoces.
Para hacer todo ello posible, la artista ha contado también con colaboraciones y aportaciones externas. Es el caso de la vídeo-creación del artista gasteiztarra Iñigo Grasset, quien desde Canadá aporta una pieza visual realizada en el interior de una cueva. También el del músico alavés Jon Bellido (miembro de Entropía), que es el responsable de la obra sonora que inunda el Depósito para romper el silencio de la zona abisal. Una creación, por cierto, que él mismo presentará mañana a las 20.30 horas durante la apertura de una muestra que se podrá visitar hasta el 1 de abril.
La instalación es posible, además, gracias al aporte de otros cómplices como Puy San Martín y Cristóbal Vázquez, sin olvidar las enseñanzas que con respecto al trabajo del vidrio mantiene de su contacto con Fernando Agostinho. A esto hay que sumar que el proyecto es uno de los tres elegidos por Montehermoso en su última convocatoria de ayudas, una línea de apoyo que de cara a 2018 se abrirá dentro de poco, incrementando su dotación en 4.000 euros hasta llegar a los 28.000 euros. Pero eso ya llegará. Ahora toca dejarse llevar por una exposición que contará con visitas guiadas los días 2, 9, 17 y 24 de marzo, así como con un taller conducido por la artista que se producirá el 1 de marzo (aunque es gratuito, es necesario reservar plaza en info.montehermoso@vitoria-gasteiz.org).