Bilbao- Ramón Barea nació en el corazón de Bilbao, en el Casco Viejo de 1949. Desde que era un niño “actuaba” a su manera, toreando perros en la Plaza Nueva o recitando el Suspiciat en la iglesia de San Juan. Eran los primeros pasos de un artista que en los años setenta se montó en una furgoneta con varios compañeros para subirse al escenario que pudiese, y que hoy puede presumir de ser el Premio Nacional de Teatro 2015 o haber puesto en marcha en 2011, junto a otros creadores, Pabellón 6 en Bilbao.

Comenzó en esta carrera con poco más de 20 años en un Bilbao sin apenas teatro, ¿fue más difícil para su generación dedicarse a este trabajo que para los jóvenes de hoy?

-Sí, era mas difícil porque no había clase profesional ni escuelas. No teníamos referencias inmediatas. Debías inventarte el oficio, imaginarlo, por eso nos compramos unos focos y una furgoneta para poder hacer teatro en lugares imposibles: viejos cines, frontones, salones de actos? Fuimos un poco kamikazes. Yo digo siempre que hubiera preferido tener maestros, el autodidactismo es zigzagueante. Sin embargo, a veces me preguntan con curiosidad: “¿Dónde has aprendido interpretación?”. Creo que en todo caso el arte de la interpretación es un pellizco interior que no sabes de donde viene.

¿Cómo cree que ha cambiado Bilbao y la escena artística vasca desde aquellos años setenta?

-Ahora hay escuelas, compañías de teatro, tejido profesional, teatros municipales... El teatro está presente y las nuevas generaciones están muy preparadas. Yo tengo mucha confianza en los jóvenes, pero tengo miedo de que se centren demasiado en su trayectoria individual y pierdan en sentido de lo colectivo, de lo social de nuestro trabajo.

Sus inicios fueron en una furgoneta con la compañía Cómicos de la Legua y Karraka, ¿qué metas tenían?

-¡Cambiar el mundo! Revolucionar la sociedad en la que vivíamos. El teatro era un arma en nuestras manos de jóvenes. Aprendíamos de la vida y de la escena, porque es la vida quien alimenta al teatro. Las cosas más esenciales que iba interiorizando venían de él. En nuestro grupo, donde estaba Álex Angulo, Santiago Burutxaga o Pedro Goiriena, cargamos miles de veces la furgoneta y recorríamos el País Vasco y la Península entera en actuaciones y festivales. Lo hicimos cientos de veces, nos sentíamos parte de los cambios sociales, los movimientos vecinales, las comisiones populares de fiestas? Queríamos cambiar el mundo.

¿Fueron unos pioneros?

-Esto lo afirmo y lo reivindico. Nos inventamos el teatro profesional en Euskadi a base de perder vida, a base de vocación, de riesgo, de entrega y de romanticismo.

En 1976 se cruzó en su camino Imanol Uribe con la película ‘La fuga de Segovia’, ¿cree que fue lo que marcó su camino posterior?

-Fue mi comienzo como actor en el cine. Todos nosotros pensábamos que iba a ser nuestra única película y luego? yo rebaso el centenar de largometrajes, no he parado de trabajar en el cine. Lo que llegó después no lo imaginaba ni por lo más remoto.

En aquellos años también despuntaban Álex Angulo y Mariví Bilbao, ¿cómo les recuerda?

-A Álex lo siento como un hermano, sigue estando conmigo y con toda la gente que le conoció. Dejó huella. Grande Álex... irrepetible. ¿Ves qué oficio más cabrón? Yendo a un rodaje, murió. Con Mariví se prendió en mí el veneno del teatro cuando la vi hacer Las Sillas, de Eugène Ionesco, en aquel teatrito de bolsillo de Cultura Hispánica, en Bilbao. Convivimos en el grupo Akelarre y trabajé con ella varias veces, y sobre todo me reí mucho con ella. Fue una mujer que estaba por delante de su tiempo.

Probó la dirección con ‘Adiós Toby, Adiós’ o ‘Pecata Minuta’, ¿por qué no lo ha hecho más a menudo?

-Levantar una película es un esfuerzo titánico. Me ha dado un poco de pereza. Yo haría un filme para televisión o una serie, cosas que estuvieran vendidas de antemano, pero hacer una película es un esfuerzo enorme. Disfruto más actuando o haciendo documentales, que es un territorio en el que puedes trabajar con mas libertad.

Pues hace más de 15 años dijo en una entrevista que era gafe para la televisión, ¿sigue creyendo lo mismo?

-Mira, estuve en un directo de TVE, con Antxon Urrosolo, Nadie es perfecto, y nos echaron al séptimo programa. También fui uno de los actores de El peor programa de la semana, en TVE, que dirigía Fernando Trueba, y nos echaron al sexto capítulo. En fin, vamos a dejarlo, ¡esto sería un capítulo aparte!

También trabajó en EITB, ¿cómo ve a la televisión pública vasca?

-Yo estuve en los orígenes de EITB como guionista, director de actores y director artístico, en programas como Herriko Plaza, Detrás del Sirimiri o Flamingo Berria. Después, un desencuentro con un hombre de producción me mantuvo alejado de la cadena. ¿O debo decir vetado? Vamos a dejarlo en alejado. De todas maneras, nadie me echó de menos. Volví muy tarde, con Euskolegas. EITB me parece fundamental y necesaria, debería ser un proyecto mimado.

Ha apoyado a directores como Álex de la Iglesia o Enrique Urbizu, ¿cree que es necesaria la colaboración estrecha entre compañeros para salir adelante en esta profesión?

-He tenido suerte en esto. Trabajé con muchos nuevos realizadores que vienen a ti porque te conocen como actor, te admiran, o simplemente te tienen cerca, y de pronto veo que he hecho óperas primas con Icíar Bollaín, Enrique Urbizu, Joaquín Trincado, Julio Medem, Álex de la Iglesia, Pablo Berger? son redes que te tiende la vida, el azar y la afinidad.

En muchos de sus trabajos en el cine interpreta papeles secundarios, ¿no ansía dar vida a más protagonistas?

-Fíjate, podría hacerme un curriculum solo con protagonistas: El cura Santa Cruz, Entre todas las Mujeres, En la Puta Calle, Atilano Presidente, Matías, Juez de Línea, Negociador? He alternado pequeños papeles, medianos, y grandes en toda mi carrera. Creo que ese es precisamente el secreto para sobrevivir en este oficio.

Hace siete años, junto con otros compañeros, creó Pabellón 6. ¿Han logrado ya los objetivos que se marcaron con este proyecto?

-Es un proyecto que debería de haber nacido antes en mi carrera. Yo lo intenté en Bilbao La Vieja con Lan Ekintza como asesores, pero no salió adelante. Lo intenté de nuevo en Irala con la Asociación de vecinos y unos locales industriales, y tampoco pudo ser. Hace siete años por fin se pudo hacer realidad en Zorrotzaurre, o mejor dicho, todavía se está haciendo realidad. Crece y ahora se va a reformar. El ayuntamiento de Bilbao va a hacer una intervención en el edificio y vamos a dar una sorpresa a los espectadores en los próximos meses.

¿Cómo fue lanzarse a una aventura como esa?

-Nos juntamos 13 locos de la profesión, y en un año lo pusimos en marcha. Sacamos a la venta 200 imaginarias butacas y conseguimos el dinero inicial. Fue una corazonada, una corazonada compartida por la profesión.

¿Qué cree que supone y ofrece a Bilbao un espacio como Pabellón 6?

-Necesitamos más espacio. Hay que ampliar Pabellón 6 que ahora contiene en el mismo recinto la Sala, locales de ensayos, la Compañía Joven? Crece el proyecto, crece la actividad y empezamos a no caber en el sitio, pero esto también se va a solucionar durante el próximo año.

El teatro depende en gran medida de las instituciones, ¿en qué cree que han fallado estas para que los escenarios se encuentren en la mala situación?

-¡Cuidado! Los teatros se están llenando a pesar de la crisis. No es un mal momento. Yo creo que hay que invertir en los espectadores, en el teatro escolar, en los jóvenes, en teatros de proximidad. Hay que vincular la profesión al día a día de los teatros con residencias, con compañías estables. Creo que se trata de que la administración y la profesión caminen por el mismo camino. Ese es el secreto, y creo que hay voluntad de hacerlo. Ya ves, he pasado de ser un pesimista recalcitrante a un moderado optimista en este tema. Todo empieza a ir bien cuando se dice: “Vamos a hablar de esto”, porque nadie tenemos soluciones mágicas.

¿Qué balance hace de su carrera después de tantos años? ¿Le queda algo por hacer?

-Me toca hacer El Rey Lear. Eso me dijo Nuria Espert en la gira de Incendios. Yo todavía me siento en activo. Lo estoy. Por tanto, ya hablaremos de balances más adelante. Me gustaría trabajar un día como actor con la Compañía Joven de Pabellón 6.

¿Qué planes inmediatos tiene ahora?

-Pabellón 6 es lo primero, porque este año van a pasar cosas muy buenas. Tengo dos proyectos de cine y, después de haber hecho dos años de gira con Incendios, tengo ganas de estar un poco seguido en Bilbao. Ya ves: seguimos?seguimos...