Volverán a Montehermoso el próximo mes de febrero para completar el premio que les ha supuesto ganar la segunda edición del certamen Gazte Arte. Será el momento de abrir la exposición colectiva que albergará cada uno de los proyectos que, en buena parte, han estado desarrollando desde el pasado día 22 a la vista de cualquiera de las personas que ha pasado estos días por el antiguo Depósito de Aguas. Bueno, ante sus miradas y, en algún caso, con su necesaria participación. Son Sarai López y Leire Rojano (Monotipo Conflicto Límites Colectivo Azar Cooperación), Mikel Arranz (Ustekabeko batuketak), Maiela Zurutuza (Komorebi) y Núria Pérez-Cárcamo (Papaver) y hoy, tras una semana compartiendo muchas más cosas que un espacio, dirán adiós al taller abierto que se ha desarrollado en el antiguo Depósito de Aguas.

Eso sí, el punto final, como sucedió en la inauguración, va a subrayar el carácter de encuentro y de celebración. Así, desde las 18.00 horas estará Mikel Romero realizando instantáneas emulando a las fotografías tridimensionales de Eulalia Abaitua dentro de su proyecto Anaglifos del siglo XXI. Justo 60 minutos después, Yurena Carrero llevará a cabo la tercera y última acción performativa correspondiente a Introspección en el que música, danza y pintura se mezclan sobre un lienzo ubicado en el suelo. Cabe recordar que ambos artistas ganaron los dos accésit establecidos por el certamen, que cuenta con el comisariado de Eloísa Montoya y Salim Malla.

Así, con la ciudadanía que se quiera sumar y con el resto de creadores participantes llegará el instante de recoger los cuatro puestos que desde el día 22 han estado ubicados en el Depósito. Cada jornada -salvo las correspondientes a Nochebuena y Navidad- las creadoras han estado seis horas (repartidas entre mañana y tarde) trabajando, conociendo las propuestas del resto, compartiendo encuentros y empezando a vislumbrar cómo será la exposición que se abrirá en un par de meses.

Experiencias Quien, por así decirlo, está requiriendo más participación por parte ciudadana para poder llevar a cabo su proyecto es Arranz. Explicado a grandes rasgos, a las personas que se han acercado les ha pedido escribir palabras en euskera y castellano -hasta ayer a la mañana tenía unas 300- y repartirlas en tres cajas que responden a otros tantos conceptos o temáticas diferentes. Combinándolas a través del azar está cimentando la base para, después, intervenir en imágenes ya existentes generando nuevas y, también, crear pequeñas esculturas.

“El día de la inauguración había mucha gente pero bueno, me he ido relajando con el paso de los días”, sonríe, al tiempo que reconoce que, en general, “la gente se está prestando a participar”. La autora, que se reconoce “un tanto cansada”, subraya el hecho de que “hay bastantes palabras en euskera, que es algo que me gusta”, igual que esa aparente falta de control sobre el proceso: “me encanta que haya palabras que ni siquiera me gusten”.

Cerca, Rojano y López coinciden al describir que “la experiencia está siendo muy interesante, también por lo que estamos siendo capaces de conseguir” en un trabajo que tiene al grabado como vehículo. “El proyecto va de poner límites, de saber cuándo hay que saltárselos, el conflicto que puede surgir a la hora de poner esos límites”, un desarrollo que han ido explicando a quienes se han acercado a ellas. “A algunos les hemos puesto a pintar”, dicen con una sonrisa.

“Nos han dado muchas ideas”, pero, sobre todo, “nos ha dicho que tendríamos que haber grabado el proceso para mostrar qué hay detrás de cada imagen. Al vernos en acción, valoran más lo que hacemos y las imágenes”, tanto que “nos han preguntado varias veces si vendíamos, que es algo que hasta ahora no habíamos pensado, sólo queríamos experimentar”.

López asegura que le da “pena” que se terminen estos días de taller abierto, algo que, desde otra esquina, comparte Zurutuza: “cuando me presenté a Gazte Arte, creo que me ilusionaba más el final, la exposición de febrero. Pero la verdad es que estando estas jornadas aquí he disfrutado mucho. Ha sido mucho mejor de lo que esperaba. De hecho, creo que estaría o más días o más horas cada jornada”.

En su caso, está aprovechando esta estancia en el Depósito para acumular pruebas que le sirvan para dar forma y fondo definitivo a un trabajo entre la caligrafía y el estarcido relacionando la poesía vasca con la caligrafía haiku (japonesa). “La gente me ha preguntado, sobre todo, qué es un haiku. También parece que ha llamado la atención el tema de la caligrafía. Ha habido personas que me han comentado que no sabían euskera pero que ya la caligrafía les decía algo, que las formas les estaban transmitiendo”, explica la creadora, quien, como apunta con una sonrisa, ha tenido que dar alguna que otra explicación sobre las herramientas que usa, sobre todo en el caso de un improvisado pincel de palos.

El cuarto puesto corresponde a Pérez-Cárcamo, quien, en el marco del certamen organizado por el Servicio Municipal de Juventud, está llevado a cabo una instalación que incluirá vídeo, fotografía y objetos, buscando similitudes plásticas y conceptuales entre la mujer y la naturaleza, poniendo en relieve cómo el sistema económico comercia la imagen de las mujeres.