bilbao - El Museo Guggenheim Bilbao reúne un numeroso grupo de coloristas retratos del pintor británico David Hockney, realizados en California a amigos y colaboradores, que supone una celebración de la amistad y un estudio de la sociedad californiana actual.

La muestra David Hockney: 82 retratos y un bodegón está formada por los retratos de cuerpo entero en posición sedente, de otros tantos amigos, colaboradores próximos o conocidos del artista a los que reflejó a lo largo de tres años de intenso trabajo en su estudio de la ciudad californiana de Los Ángeles tras concluir la exitosa gira de los paisajes de su tierra británica de Yorkshire. Comisariada por su amiga y colaboradora Edith Devaney, a quien también realizó uno de los retratos que ahora se exhiben en Bilbao, la exposición muestra la capacidad de Hockney para captar la personalidad de cada una de las personas que posaron para él durante siete horas al día, tres días seguidos, en los que llegó a trabar un gran conocimiento de los retratados.

Los retratos fueron hechos por expresa invitación del artista a sus amigos, empleados y colaboradores más próximos, nunca por encargo, según precisó ayer la comisaria Edith Devaney. En algunos casos extendió dicha invitación a los familiares o colaboradores de los retratados, con lo que reflejó en su extensa obra, la más grande del género del retrato realizada por Hockney, a un amplio espectro de la Norteamérica actual. Así, el catálogo de personas reflejadas va desde miembros de relevantes familias financieras como Jacob Rotchild, cuarto barón de Rotchild, hasta el hombre que le lava el coche, pasando por su dentista personal o relevantes miembros del mundo del arte californiano. También retrató a artistas y profesionales famosos a los que admira como John Baldessari o el propio autor del edificio del Guggenheim Bilbao, el arquitecto Frank O. Gehry, aunque su criterio de selección nunca estuvo influido por la celebridad del personaje a reflejar, precisó la comisaria. A todos ellos retrató de la misma forma y con la misma luz: sentados en una silla en su estudio de los Ángeles. Hockney dejó completa libertad a sus modelos para acudir a las sesiones con la vestimenta y el calzado que quisieran, con lo que la serie de retratos refleja también el actual y variado gusto de la sociedad norteamericana en el vestir.

Así, aparecen personas maduras vestidas de forma juvenil e informal, jóvenes vestidos formalmente, mujeres “de punta en blanco” y con sus mejores joyas y galas para la ocasión, hombres con chillonas camisas o corbatas y otros con pantalones cortos, sandalias y calcetines. También dejó a discreción de los modelos la elección de la postura en la que deseaban ser retratados, lo que constituye uno de los principales rasgos de la personalidad de una persona, y lo único que hizo fue cambiar la posición de la silla y del caballete desde el que efectuaba el retrato, para evitar la monotonía en la visualización de los cuadros.

Lo único que se impuso Hockney a la hora de realizar los cuadros fue que el escenario y la iluminación fuesen siempre las mismas, aunque cambió la tonalidad de los colores del suelo y el fondo de los mismos que, si en los inicios tenían gran protagonismo, con el paso del tiempo fueron perdiendo importancia para pasar a ser un aspecto secundario de la obra.

Preguntada por la actividad actual del artista, que ha cumplido los 80 años, la comisaria reveló que se encuentra inmerso en la preparación de un gran retrospectiva que le va a dedicar el Museo Metropolitano de Arte (MET) de Nueva York y que se inaugurará la semana próxima. - Efe