cuando en los antiguos barcos de vapor el capitán gritaba ¡a revientacalderas!, la nave emproaba su destino con la máxima potencia que el ingenio marino era capaz de dar y por ello, ha quedado como expresión de entrega total en el esfuerzo y entrega para conseguir el objetivo.

El llamado procés catalán ha puesto las calderas de las redacciones informativas de los medios tradicionales y redes sociales en situación de máxima tensión y pasión. Los conductores estrella de radios y teles han hecho horas extras a tutiplén para acomodar su trabajo a la hoja de ruta del intento catalán de autoproclamar la república catalana en un intento fallido con penosas consecuencias penales para los protagonistas de la actualidad catalana.

Todos los medios han dado de sí el máximo de cantidad, calidad y producto en un empeño en el que cada uno se ha retratado. Imágenes, comentarios, manías con fobias y filias repartidas entre los numerosos comentaristas que han poblado la aldea global de inteligencia, desprecios, ironías, risas y llantos de una actualidad que ha puesto a prueba a los profesionales del negocio.

Sin lugar a dudas, el meritorio y agitado sheriff Antonio Ferreras se ha llevado el gato al agua a base de acumular horas y horas de retransmisiones sincopadas que lo mismo contaban lo que ocurría en el interior del Parlament, como daban en directo la rueda de prensa de la vice, o entrevista explosiva con Rufián y su machete comunicativo. Sucesos encadenados, tensas situaciones de crisis, cambios de rumbo y ciabogas de los hechos producidos sin guion ni escaleta. Estos serán días para recordar entre finales de septiembre y octubre. La crónica mediática que ya duerme en los archivos de los medios como escritura viva de lo que ocurrió, recogida por unos mejor que otros y real como la vida misma.