madrid - Aunque pudiera resultar profético en unas letras que hablan de “guerra civil entre hermanos”, el inminente nuevo álbum de estudio de Bunbury, titulado Expectativas, no constituye una reflexión sobre los últimos acontecimientos políticos españoles. Es más, su autor los rehuye a conciencia, según dice. “No sigo la política internacional, ni la de ningún país concreto. La política de aquí y de allá está infectada por personajes de una ruindad que no merece nuestra atención. Menos aún, una canción. La música es sagrada”, sentencia el músico.
Su respuesta llega al ser preguntado por la posible relación entre el conflicto secesionista en Cataluña y el mensaje de La ceremonia de la confusión, en realidad una “canción global”, precisa, y uno de los temas más emblemáticos del citado Expectativas (Warner Music), que se publica mañana. Frente a todo ello, en cortes como Bartleby, en el que se inspira en el personaje del relato de Henry Melville, aboga por la “insumisión social” para “no participar de todo este embrollo”.
En temas con un punto más irónico y lúdico como Lugares comunes, frases hechas previene además frente a “a la información que nos llega” en un mundo de titulares raudos y frases gruesas que alimentan las redes sociales. “¡No repitamos como monas lo que leemos en cualquier periódico o lo que dice un tertuliano de segunda regional!”, exclama Enrique Bunbury, justo después de pedir con la misma intensidad que “defendamos la libertad de expresión, aunque lo que se exprese no sea de nuestro agrado”. Puestos a dejar las cosas claras, cuando habla de “guerra civil entre hermanos” en la canción Cuna de Caín, alude en realidad a una “relación vampírica y dolorosa entre dos personas que deben alejarse para poder crecer y reconocerse en sí mismos”, explica.
Líricamente se perciben dos momentos que permiten entender mejor el nombre de un disco que abunda en un primer momento en la disensión o “por un proceso de rechazo y disconformidad”. En la segunda mitad, sin embargo, “se concreta el bastón, el oasis entre la mierda” gracias a canciones como Mi libertad, Bartleby, Al filo de un cuchillo, La constante y Supongo, “canciones en las que el amor, el arte y la contemplación se muestran como el último reducto de la belleza”. - Efe