Vitoria - Antes de ser adquirido por la Diputación y convertirse, desde 1994, en la sede del Museo de Naipes Heraclio Fournier (Bibat), el Palacio de Bendaña también fue un espacio para la cultura. De hecho, como recogieron los periódicos gasteiztarras de la época, se conocen exposiciones de artistas como Gustavo de Maeztu, Jesús Apellániz, Basiano Martínez y Víctor de Landeta, entre otros. De hecho, en 1941 se llevaron a cabo dos muestras simultáneas, compartiendo espacio las acuarelas de Miguel Jimeno y las fotografías de Gerardo López de Guereñu.
Tomando como excusa este hecho, el fotógrafo, etnógrafo e historiador vitoriano vuelve ahora al mismo lugar -aunque, sobre todo por dentro, esté muy cambiado- a través de 24 de sus instantáneas, imágenes tomadas tanto en Gasteiz como en otros puntos de Álava, sin olvidar una única mirada a Gipuzkoa. Así se conforma una exposición que el público podrá ver, entre la colección del Museo de Naipes, hasta el próximo 4 de febrero.
La muestra se realiza gracias a los fondos del Archivo del Territorio Histórico de Álava, que en la actualidad guarda 25.000 fotos del autor alavés, aunque no son los originales, puesto que éstos fueron retirados hace unos años por la familia. “Sería bueno recuperarlos porque no sabemos en qué condiciones pueden estar guardados, pero seguro que no tienen nada que ver con lo que podemos hacer desde el Archivo”, apuntó ayer Marimar Masedo, responsable del centro dependiente de la Diputación alavesa.
Al margen de esa circunstancia, quienes acudan a ver esta propuesta, podrán viajar a las décadas de los años 40, 50 y 60 del siglo pasado para caminar por el solar del convento de San Francisco, Portal de Arriaga, por un caserío de Alangua, el monte Zaldiaran, Mártioda o Apellániz, entre otros lugares. Además, la intención del museo y de la Diputación pasa también por poner en valor la figura de un fotógrafo, de cuyo fallecimiento se cumple ahora un cuarto de siglo. Miembro de la Sociedad Fotográfica de Guipúzcoa y socio fundador de la Excursionista Manuel Iradier, el vitoriano desarrolló casi de manera paralela su trayectoria investigadora, su afición por la montaña y su pasión fotográfica, incluso a pesar de sufrir en 1935 la pérdida de 4.000 imágenes en un incendio ocurrido en la fábrica de sillas que regentaba.
Con todo, esta muestra también tiene una tercera intención, recordar el pasado cultural del Palacio de Bendaña, un uso que, como mínimo, se puede datar en 1916 gracias a los artículos de prensa, en uno de los cuales (curiosidades de la vida) el periodista expresó su deseo de que el edificio se convirtiese en el futuro en museo. No hay duda, un siglo después, de que el redactor de nombre Vitoriano tuvo algo más que una inspiración.