- Mucho antes de que Antonio Banderas aterrizara en Hollywood a ritmo de mambo, otro actor español triunfó en la meca del cine: Fernando Rey, de cuyo nacimiento se cumplen hoy cien años, saltó a la fama mundial como el capo mnarsellés de la droga de French Connection (1971), de William Friedkin.
El director estadounidense ganó el Oscar a la mejor película con ese filme y la imagen de Fernando Rey (A Coruña 1917-Madrid 1994) como Alain Charnier, el villano perseguido por Gene Hackman, dio la vuelta al mundo.
Entre sus más de 240 apariciones en películas o series destacan sus trabajos para Luis Buñuel en Viridiana (1961) o El discreto encanto de la burguesía (1972), pero también para Orson Welles en Campanadas de medianoche (1965) o el Quijote que hizo para Manuel Gutiérrez Aragón, uno de sus últimos trabajos.
Durante el rodaje de la serie que TVE estrenó en 1992, la gente paraba a Alfredo Landa, que hacía de Sancho Panza; le saludaban y hasta le sacaban pancartas, pero a Fernando Rey no lo reconocían, relata a Efe el director cántabro.
“Su carrera hasta entonces era más seguida fuera que aquí; sin embargo, después de la emisión del Quijote las cosas cambiaron y Fernando tuvo una segunda vida”, ha señalado Gutiérrez Aragón, que lo recuerda como un hombre “culto, leído, y que se hacía querer, lo que no siempre ocurre con los buenos actores”.
Rey, cuyo apellido original era Casado, se especializó en papeles de porte aristocrático y cosmpolitas. Muchos no lo veían como Quijote. “La gente me desanimaba, me decían que no tenía vis cómica, pero él arriesgó mucho y demostró que sí la tenía”, subraya Gutiérrez Aragón.
Fue Viridiana y su dominio de idiomas lo que le abrió las puertas del exterior. Trabajó con Charlton Heston (Marco Antonio y Cleopatra), Vincente Minnelli (Nina), Robert Altman (Quinteto), Stephen Frears (La venganza) o Jean Becker (A escape libre), además de repetir con Buñuel en Ese oscuro objeto del deseo.
Pero nunca abandonó el cine español, donde se puso a las órdenes de directores como Berlanga (Bienvenido Mr. Marshall), J.A. Bardem (Cómicos), o Mario Camus (La cólera del viento).
Carlos Saura pensó que era el actor ideal para el personaje de Luis de Elisa vida mía, por el que Rey acabó ganando el premio a la mejor interpretación masculina en el Festival de Cannes. Un personaje “sensible, entrañable, al límite de romperse”, explica el propio Saura, “que habiendo roto las ataduras familiares y sociales trata de buscarse a si mismo en la soledad del campo”.
Cuenta el director aragonés que los primeros días de trabajo fueron catastróficos. “Nunca olvidaré el primer día de rodaje a Fernando cogiendo la taza de café de la bandeja, le temblaba la mano de tal manera que el café goteaba hasta el plato”, recuerda el director de La caza. Visto con la perspectiva del tiempo, Saura considera que esa tensión inicial da “la medida de los grandes artistas”.“Esa momentánea desnudez e indefensión indican sensibilidad y sentido de la responsabilidad”, opina.
Rey se fue haciendo poco a poco con el personaje. “Llegó un momento en que la integración era tal que nada más llegar a su cuarto de paredes ocres que recogía el espíritu, se sentaba para escribir, leer y escuchar música”, subraya Saura.
Fernando Rey nació en el seno de una familia acomodada, pero sus privilegios terminaron cuando su padre, coronel del ejército, se mantuvo leal a la República frente a la insurrección franquista.
Llegó a la interpretación por casualidad. Justo antes de que estallara el conflicto, había empezado a estudiar arquitectura, pero encontró en sus primeros trabajos como “extra” de cine un medio para contribuir a la desde entonces maltrecha economía familiar. Poco a poco se introdujo en la industria y se convirtió en galán del cine franquista de los años 40: Los últimos de Filipinas, Fuenteovejuna o Locura de amor, de Juan de Orduña, cuyo éxito se extendió a Latinoamérica.
Entre sus reconocimientos destacan también el Premio Nacional de Cinematografía (1990), el Goya por Diario de invierno o la Medalla de Oro de la Academia de Cine, de la que fue presidente en 1992.
Con motivo de su centenario, su ciudad natal, A Coruña, acogerá a partir del hoy una exposición con objetos y fondos del actor, y el Centro Gallego de Artes de la Imagen (CGAI) proyectará algunas de sus películas clave.
También la Filmoteca Española y la de Cataluña acogen este mes un ciclo dedicado a su trayectoria y la Academia de Cine prepara otro para octubre.