Vitoria - Tres veteranos de guerra, interpretados por Iñaki Miramón, Luis Varela y Juan Gea bajo la dirección de Tamzin Townsend, dan vida a Héroes, una obra que toma como punto de partida la creación de un plan de fuga de un hospital de guerra.

¿Había estado alguna vez en el festival de Araia?

-No, nunca, ninguno de los tres creo. Pero me han hablado de él. La verdad es que tengo ganas, porque siempre es un placer ir por primer vez a un festival. Encima, poder conocer el lugar y respirar ese ambiente, eso es un regalito de verano.

¿Del personaje que interpreta en ‘Héroes’ qué es lo que más le gusta?

- Gustave sufre agorafobia. No soporta tener gente cerca, solamente aguanta a Henri (Luis Varela) y Philippe (Iñaki Miramón) y en momentos, ni eso. Cuando empieza la función parece el más cuerdo, pero a medida que avanza se va destapando un toque de locura. Hasta el punto de que propone una fuga del hospital militar en el que se encuentran. Esa locura del personaje es lo que más me gusta, porque plantea las soluciones más absurdas. Me siento identificado con él desde un punto de vista más cuerdo, porque yo tan loco no estoy (risas). En el aspecto de pensar soluciones rápidas, ahí sí me reconozco.

Los protagonistas son veteranos de guerra y son héroes, ¿se siente identificado con esas cualidades?

- Hice la mili en Jaca, en la Brigada de Alta Montaña. Allí había un metro de nieve. Yo soy de Valencia, de mar, y la nieve la había visto dos veces en mi vida. Y van y me dice: vamos a hacer una expedición por la montaña con esquís. Esa es mi única heroicidad (risas). No me considero un héroe. Pero estas obras de humor llevadas al extremo de lo absurdo, en realidad incitan la reflexión. En este caso sobre esa gente mayor que está ya casi olvidada por sus familias, a veces los damos por inútiles y es muy difícil que ellos encuentren alguna razón para seguir adelante. Los héroes, más que los tres protagonistas, son todas esas personas que buscan un estímulo para seguir adelante.

En está gira que empezaron hace un año, ¿cómo ha sido la acogida del público?

-Creo que tenemos una buena gira y por ello se ha ido alargando. En principio iba a durar hasta enero, luego se alargó hasta marzo, abril... A medida que vamos avanzando con ella, parece ser que hay un boca a boca que se está extendiendo. La gente está reaccionando genial y los teatros se están llenando. Es más, las solicitudes de funciones van aumentando. Es una maravilla. El público nos dice: cuanto me he reído, pero cuanto he llorado. La función tiene ese punto.

¿Cómo es la relación con sus compañeros?

-En escena nos llevamos fenomenal, somos cómo un matrimonio de tres. Cuando tengo que trabajar con ellos me levanto contento, me da mucha alegría. Luego, fuera de escena se repite un poco la relación que tenemos actuando. Estamos siempre juntos pero también nos picamos. Es una relación maravillosa. Nunca habíamos trabajado juntos y desde el primer día nos llevamos muy bien. A lo largo de su carrera ha hecho cine, televisión, teatro... ¿Con qué se quedaría?

-Me quedo con todo, porque cada cosa tiene su encanto, pero para un actor lo ideal es el teatro. Tienes mucho más tiempo para trabajar, para elaborar, para investigar un personaje y dejarlo crecer poco a poco. Luego, en esta disciplina, es el actor el que sale al escenario y durante el tiempo que esté es el único responsable. Si aciertas, aciertas; si te equivocas, te equivocas, pero tú eres el responsable. No está la cámara, para poder cortar y repetir, eso es otro tipo de guerra. El cine y la televisión te dan una proyección cara al público que no te la da el teatro. Muchas veces el teatro se beneficia de ello, porque gracias a esa popularidad la gente va a ver las obras. Otro elemento es el público, notamos cómo nos pasa una corriente de energía.

¿De todos los papeles que ha interpretado en su carrera, cuál recuerda como el más especial?

-Hay un personaje de la obra La última luna menguante sobre una pareja en los años en los que empezaba el sida. Era la primera función sobre esta enfermedad que se hacía en España, en la época en la que los que la padecían todavía no salían mucho a la calle y había mucho miedo en torno a ello. Al hacer esa función, vimos que poco a poco venían enfermos en grupos organizados y que salían con otra cara. Los papeles eran preciosos y de alguna manera nuestra función como actores aquí tenía una misión muy clave y muy positiva. De vez en cuando coges trabajos que justifican tu labor de actor, que no es simplemente una opción, es algo que aporta.

Y en general de ser actor, ¿qué es lo que más le llena?

- Cuando me hice actor quería jugar, de alguna forma, a vivir otras vidas. Nuestra labor, a parte de la misión social que como te he comentado hay a veces, también tiene un elemento de ego que tenemos todos los que hacemos espectáculo, un punto de satisfacción personal que en mi caso era seguir jugando. También la posibilidad de descubrir, porque conoces personalidades y vidas nuevas que no tienes otra forma de vivirlas, ni siquiera leyendo una novela. Siempre aportas y te aportan.