DONOSTIA. El camino hasta aquí no ha sido fácil y de él hablan, en una entrevista con EFE, el prestigioso cocinero donostiarra y su hija Oihana, gerente del nuevo hotel Akelarre (5 estrellas), inaugurado el pasado 1 de julio y construido como una extensión del edificio original del restaurante.
Ambos han quedado integrados en un sólo complejo con un diseño espectacular, escalonado sobre las faldas del monte Igeldo y coronado por el famoso comedor octogonal. Las vistas son increíbles y el conjunto parece colgado directamente sobre el mar Cantábrico.
Se trata del único hotel del Estado que nace a partir de un restaurante "triestrellado", cosa que sí ocurre a la inversa, además del segundo de la máxima categoría que hay en la capital guipuzcoana, que hasta ahora sólo contaba con el María Cristina, aunque su "fórmula familiar" y su gestión directa -asesorada por el grupo Marugal Distinctive- lo hacen "diferente".
Abrir el hotel "supone haber conseguido algo que era un sueño y tenía pocos visos de convertirse en realidad", afirma Subijana, tras recordar cómo en 2008, con las obras iniciadas, el proyecto se frustró por los problemas económicos de su socio inversor durante la crisis.
Desde entonces, y hasta que logró otro acuerdo que "sintonizara" con sus deseos, el proyecto estuvo parado y "durante los 8 años de impás que sufrimos", no le faltaron momentos de "querer abandonar".
La idea, no obstante, es anterior, ya que "siempre" pensó que "el mejor acompañamiento" para un restaurante de autor como el suyo era un alojamiento. De hecho, conforme la discoteca Ku -su vecina- inició su declive, que concluyó en cierre, el "sueño" de Subijana se hizo más intenso y, en varias fases, fue comprando las instalaciones de la antigua sala de fiestas.
"En 2015 fructificó un acuerdo con un nuevo socio, la familia Urtasun", originaria de Iruñea y afincada en Madrid y Donostia -narra el cocinero-, con la que firmó un segundo proyecto y las obras se reiniciaron el año pasado.
La arquitecta Marta Urtasun y su estudio Mecanismo se encargaron de modificar el plan inicial y de toda la construcción y diseño del nuevo complejo. "Se implicaron totalmente", lo que, para Subijana, ha sido fundamental en el resultado.
De estilo contemporáneo y elegante, la decoración integra, a través de enormes ventanales, el mar y el verdor del entorno con un interiorismo a base de materiales naturales como pizarra, roble y cristal. También destacan sus terrazas circulares y la escalera central de caracol en hierro fundido hecha en los talleres de Andoain en los que Chillida trabajaba sus esculturas.
El nuevo alojamiento ofrece "una experiencia mucho más completa" a quienes desean "pegarse el homenaje en Akelarre" y "no tener que irse" después de comer, señala Oihana Subijana, quien añade que, incluso los que no se alojan, pueden disfrutar de las terrazas y el resto de áreas comunes del complejo.
No niega sin embargo que durante el casi mes y medio que lleva abierto -con una ocupación del 95 % y mayoría de extranjeros-, han tenido ciertas dificultades para "coordinar" el deseo de última hora de algunos huéspedes, que han llegado motivados por su afición a "hoteles especiales" pero quieren también probar la cocina del Akelarre, cuya disponibilidad es escasa.
El restaurador subraya que abrir el hotel "ha cambiado la relación con los clientes" porque ahora "les puedes mimar más" con el mismo "estilo propio y personal".
También ha supuesto hacer "más sólido y con mucho más futuro" su negocio hostelero y que el equipo que ha formado durante años -actualmente unas 60 personas- pueda proseguir la actividad más allá de que "desaparezca" quien le dio nombre.
El hotel Akelarre dispone de 20 habitaciones y 2 suites, de 55 a 100 metros cuadrados, una zona de "Spa & Wellness" con hidroterapia, cabinas de masaje, vestuarios individuales y sala de relax, una bodega y un garaje equipado para la carga de vehículos eléctricos.
Con precios que, ahora en agosto, van desde 450 a 1.000 euros, por habitación y noche, cuenta también con una propuesta gastronómica adicional, la del espacio Oteiza, que da servicio continuo a los huéspedes y ofrece un menú "casual" de 80 euros a base de recetas tradicionales de Subijana.
A sus 69 años y con una trayectoria guarnecida de premios, el considerado como uno de los padres de la Nueva Cocina Vasca, no oculta su satisfacción por haber hecho realidad su idea. El hotel, dice, es "mucho más de lo que imaginé". De la inversión que ha precisado, no quiere "ni hablar" porque se le "ponen los pelos de punta" y se limita a indicar que ni él ni su hija terminarán de pagar los créditos que han contraído.