- El pasado mes de otoño se hizo realidad La lucha, el último disco de unos The Soulbreaker Company que no paran, que siguen demostrando dentro y fuera del País Vasco que se han convertido en un grupo de referencia.

Aunque los Soulbreaker habían nacido un par de años antes, para muchos espectadores, también locales, fue su participación en la fiesta de apertura del Azkena Rock de 2005 la cita que les dio a conocer. Ha llovido lo suyo desde entonces, ¿recuerda algo de aquella actuación?

-Me acuerdo que hubo algún problema con la apertura de puertas y comenzamos a tocar con la gente empezando a entrar en Mendizabala. Fue el primer concierto, por así decirlo, grande. Habíamos tocado unos meses antes en la final del Villa de Bilbao y justo después habíamos entrado al estudio a grabar. La verdad es que en un año nos pasaron muchas cosas. El Azkena en ese momento era un festival que empezaba a consolidarse como un certamen grande y nos supuso llegar a mucha más gente.

En estos años han regresado en alguna ocasión anterior y este viernes vuelven a estar en Mendizabala, que no deja de ser tocar en Vitoria, es decir, en casa. ¿O no?

-Bueno, es tocar en casa, lo que supone no desplazarte y esas cosas, pero también es actuar en un festival frente a mucho público, gente a la que, además, sabes de antemano que les gusta el rollo. Es tocar en Gasteiz aunque de manera distinta, porque no estás, no sé, en txosnas o en la presentación del disco, lugares en los que están espectadores que son cercanos y que vienen a verte a ti de manera específica. Aquí estás en un festival grande, con todo lo que eso supone, en un certamen que, además, este año vuelve a tener un cartel muy potente. Es estar en casa pero llegando a mucha más gente que de otra manera igual no te vería.

Una de las cosas que tiene actuar en un festival es que los tiempos son más cortos. ¿Cómo será su concierto?

-Bueno, en sala tocas a veces solo, otras con otra formación, otras con dos bandas más... quiero decir que terminas teniendo diferentes formatos y sabes adaptarte. Es verdad que en los festivales sueles tener poco espacio, pero en este caso vamos a poder contar con un tiempo decente para hacer un setlist un poco guapo. Nos amoldamos bastante bien a todas las circunstancias, incluso cuando pasan cosas durante un concierto como que la actuación haya empezado tarde o lo que sea. Así que no hay problema. Soy de los que cree que el mínimo para que una banda pueda hacer algo chulo son 45 minutos y nosotros vamos a estar algo más, así que...

Antes de salir de esta edición del ARF, ¿algo en el cartel que le apetezca de manera especial?

-Sí, unas cuantas cosas. Es más, creo que en comparación con años anteriores, el cartel ha mejorado. Sobre todo, en mi caso, ver a John Fogerty y The Cult es lo que más me apetece porque son dos de mis referencias. A The Cult les medio vi en otro Azkena, pero no pude disfrutar como quería. Ahora será distinto. La verdad es que los festivales siempre se me suelen hacer un poco largos, así que suelo dedicarme a ver a dos o tres grupos, y listo.

En otoño se publicó su último disco, un trabajo muy esperado que está funcionando...

-Bueno, al final nosotros nos movemos en el underground y las expectativas siempre tienen que estar en ese contexto. Pero más allá de eso, la verdad es que las cosas están funcionando muy bien. Creo que en todos los años que llevamos, es el disco con el que más hemos tocado. No es como cuando empezamos con 20 años, ahora hay familias, trabajos... y a veces cuesta. Pero ya te digo que es la vez que más estamos tocando, que más publico está viniendo a los conciertos, así que en cuanto a aceptación de La lucha no nos podemos quejar. Hombre, toda la culpa no es de la calidad del disco, sino de que ya llevamos unos años, que cuanto más tocas, más te conoce la gente y más te vuelve a llamar. En este aspecto, estamos en una dinámica muy buena. Pero ya te digo, es el disco con el que más hemos tocado, más gente ha venido y mejor aceptación ha tenido, así que no podemos estar más contentos.

En mayo, por ejemplo, han estado en el estreno de un nuevo festival en Maeztu pero también en Madrid, León... Fuera de Euskadi, ¿cómo es ese público de los Soulbreaker?

-Seguimos viendo caras nuevas en las ciudades a las que volvemos y eso es muy interesante. Pero tampoco nos pasa nada por ir a Maeztu y tocar en un festival en su primera edición. De hecho, el Mendialdea me pareció un festival increíble. Un festival de 1.000 o 2.000 personas puede ser igual de perfecto que uno de 20.000. Además, el lugar es precioso.

Y la agenda tiene más citas...

-Sí. En verano paramos un poco, pero en octubre haremos varias fechas por Europa. Se están cerrando cosas ya por Francia y Alemania, por ejemplo. No deja de ser también un esfuerzo, pero lo hacemos con ganas.

¿Qué permanece todavía en el sello del grupo desde la publicación de ‘Hot Smoke and Heavy Blues’?

-Sobre todo, las ganas por tocar. Es verdad que hemos tenido que hacer en estos años un par de sustituciones en la banda porque esto no siempre es fácil de llevar. Pero ahora seguimos queriendo irnos a tocar un fin de semana a donde sea, ensayar entre semana y luego vuelta a empezar. Mantenemos ese deseo de tocar y de mirar hacia adelante, de no hacer siempre lo mismo. El directo es lo que nos sigue llamando, aunque siempre termines reventado.

¿Qué ha cambiado?

-Hombre, al principio las influencias que teníamos eran más notables. Es normal, estás en ese proceso de conocer mejor el instrumento que tocas y lo haces a través de esas referencias que son los músicos que te gustan. A partir de ahí, y poco a poco, va quedando tu poso, tu sonido. Eso nos ha pasado a nosotros. Creo que tenemos un sonido propio que está en todos los discos, aunque en cada uno pueda sonar un poco diferente.

Por cierto, más allá del par de cambios que ha habido dentro de la formación, ¿cómo sigue siendo la relación personal?

-Lo que pasa es que con Andoni, por ejemplo, llevo jugando al fútbol desde los 12 años. Y a Jony le conocí en el instituto, en primero de BUP. A Dani no me acuerdo si le conocí con 16 o con 17 años, pero vamos. Nosotros, aunque no estemos tocando, quedamos para tomar algo, para comer. Somos una banda y también una cuadrilla. Es algo de lo que me siento muy orgulloso. Y es una de las razones por las que el grupo funciona tan bien. Ahora han entrado Javi e Illán y estamos en las mismas.

Amigos, músicos y, en estos años, una referencia de la escena alavesa, ¿verdad?

-Bueno, pero porque llevamos muchos años. Dentro de diez años ya será... Somos una referencia, en el sentido de que siempre estamos ahí. Ya sabes, a base de dar la chapa (risas). Sí te entra mucho orgullo cuando te vienen chavales más jóvenes y te dicen que les gusta lo que haces.

Ya que hablamos de jóvenes, ¿tiene futuro el rock?

-Sí. Mejor, peor o diferente, pero futuro siempre hay. Aquí tienes a gente interesante como Entropía, por citar un grupo. Pero vamos, en los conciertos ves también a mucha gente joven. Mira, ahora que hablamos de esto, no hace mucho estaba en un ascensor junto a un chico que iba escuchando música y resulta que llevaba uno de nuestros discos (risas).

¿Ese día el ego lo tendría por las nubes, no?

-Moló. Me acuerdo que yo seguía mucho a Mermaid, una banda de Iruña de donde salió Cabezafuego, y les seguía a muchos conciertos. Yo tenía como unos 19 años y nos terminamos haciendo amigos. Les metía unas chapas de la hostia (risas). Es la pasión por la música.

Hablaba antes de que no ha cambiado en estos años las ganas de tocar. ¿Mejor en directo que en el estudio?

-Puedes disfrutar de las dos cosas por igual. El estudio a mí me encanta. Es verdad que con los presupuestos que solemos manejar nosotros, suelen ser grabaciones muy intensas y en pocos días. Igual eso se traduce también en un poco más de estrés, pero bueno. Incluso te diría que me gusta más que estar en el escenario. Lo que pasa es que luego paras un año para preparar la grabación de un nuevo disco y te vuelve otra vez la necesidad del directo. Ya te digo, son situaciones perfectamente compatibles y disfrutables.

Como espectador, ¿barra o primera fila?

-Barra. Antes sí que era mucho de primera fila, pero ahora me lo tomo con más calma.