cannes - En la víspera del fin de Cannes, la realizadora escocesa Lynne Ramsay y el actor Joaquin Phoenix revolucionaron el festival con la intensa, brutal y brillante You were really never here. Una historia violenta y muy directa que en menos de hora y media apabulla al espectador, al que no deja indiferente. Protagonizada por un Phoenix capaz de mezclar brutalidad, ternura, trauma y dolor en un mismo personaje, la historia sigue la vida de Joe, un mercenario, exsoldado y exagente del FBI, que realiza cualquier trabajo por dinero y cuya arma principal es un martillo. Un personaje traumatizado, que imparte justicia a su manera, y al que el actor ha querido imprimir ternura y huir de su lado físico. “No quería hacer un filme hollywoodiense”, dijo.

Phoenix recordó que él creció en una “familia un poco extraña” y que estuvo “traumatizado” en su infancia -sus padres, estadounidenses, fueron misioneros con la secta Niños de Dios en Puerto Rico, done nació el actor-. “Más tarde pensé que debía aprender a defenderme”, dijo el actor, que usó sus experiencias para descubrir a un personaje que no representa la idea del héroe masculino. Es implacable y eficaz como mercenario pero incapaz en muchos otros aspectos, lo que hacía de la película un proyecto complicado e interesante para Phoenix. Con un rodaje además muy emocionante porque estaba cambiando constantemente debido a las modificaciones que Ramsay incluía cada día en el guión. Basada en el relato homónimo de Jonathan Ames, You Were Never Really Here es una película con ecos de Taxi Driver por su personaje brutal y silencioso. Así se cerró ayer la proyección de las 19 películas incluidas en la competición en esta edición, que finalizará hoy cuando el jurado presidido por Pedro Almodóvar anuncie el palmarés. De momento, hay una clara división entre el cine que prima el contenido o el que apuesta por el estilo: la francesa 120 battements par minute de Robin Campillo -reconocida ayer por la crítica internacional como el mejor trabajo de la competición oficial del festival- es la favorita del primer caso y la estadounidense Good Time en el segundo.

También ayer, el cineasta franco-polaco Roman Polanski volvió a Cannes con D’après une histoire vraie, un thriller protagonizado por su pareja, Emmanuelle Seigner, y por Eva Green, que convenció en su pase fuera de competición. Su relato de una novelista agotada y falta de inspiración tras el éxito de su última obra, que entabla una relación cada vez más tóxica con una admiradora y también escritora que trabaja de negra en el sector, está basada en la novela homónima de Delphine de Vigan. El realizador se dejó seducir por la posibilidad de poner por primera vez, según contó en rueda de prensa, a dos mujeres enfrentadas como protagonistas. La apuesta de la novelista de su cinta (Seigner) por la ficción o no como argumento de su siguiente novela es uno de los focos principales de conflicto con su antagonista (Green), que dijo no haberse podido negar a trabajar “con uno de los mejores directores del planeta”. - Efe