el escenario queda en penumbra, el telón lo ha despojado de todo. No, del miedo no. Siente la tarima firme bajo las suelas de sus zapatos que chirrían por puro nervio, tanto como los carraspeos a destiempo que llegan desde la zona de los que esperan sentados. Las voces no callan y allí todo es silencio: “Soy el mejor, soy una mierda, soy el mejor, soy una mierda”, retumba en su cabeza. A veces escucha a los niños reírse y eso crea un efecto devastador, como si un ariete machacara su cráneo. Las voces no callan nunca.

El bilbaino Asier Etxeandia, desde que empezó a sufrir bullying en el colegio, ha intentado matar esas voces en el escenario, haciendo lo que verdaderamente le gusta. “En cada cosa que hago creo que soy una vergüenza, un patán, casi un fracaso y un fraude”, explica. Pero el teatro lo salvó del trauma de la infancia. También se convirtió en su obsesión, su forma de juego y su esperanza. “Y fue lo que me creó autoestima y determinación. Me fomentó la imaginación y creo que es el mayor de los poderes que tenemos los artistas”, relata.

Las voces también persiguen a Maider Legarreta, pero ella canta más fuerte para ahogarlas. Es como una herida que ya no duele, pero la marca sigue recordándole el infierno que vivió. “No creo que se deba olvidar porque gracias a eso he conseguido lo que he querido: hacer mis canciones, un disco, conciertos... no tienes que dejar que te haga daño”, explica. La música le ayudó a evadirse, a encontrar un espacio en el que reflexionar, reír o llorar.

Sin embargo, siempre hay momentos de flaqueza, en los que solo aciertas a resignarte: “Cuando hay concursos me animan a participar y yo siempre pienso que no lo voy a hacer bien... se quedan esas cosas”. Se quedan, como costras adheridas a la piel, las veces que caminaba sola y le daba vergüenza ir entre la gente porque creía que ellos le miraban y pensaban: ‘Qué chica tan fea’. “Me sentía muy mal, iba rápido. Aunque otra voz interna me decía: ‘Que la gente no está mirando”, relata.

Para Asier Etxeandia fue “un gran motor” haber sido un niño que sufrió bullying porque eso le permitió poder desarrollarse como actor y cantante. “No voy a justificar que he sufrido bullying y que por eso soy artista pero creo que tiene que ver. Mi trabajo me ayudó a perdonar y a pasar página. Si yo no hubiese tenido ese momento de infancia tan jodido, no sé si hubiese tenido la necesidad de cambiar las cosas o de crear mis propias revoluciones internas”, argumenta Etxeandia.

Según expresa, fue actor desde que nació y siempre ha tenido una gran imaginación: “Jugaba a que me convertía en hombre lobo en una esquina, me inventaba personajes, y eso unido al fracaso escolar, me convertí en la risa de todo el mundo. Ellos no lo sabían gestionar y yo era el loco”. Por todo ello, se encerró en su habitación, no quería tener relación con nadie, y esta situación se prolongó mucho en el tiempo. Quién querría relacionarse con los chicos que acompañaban a Asier hasta casa, al que zurraban entre diez cada día...“Uno de ellos me llamó hace unos años para pedirme perdón”, confiesa.

A los 18 años, el actor encontró en la interpretación un camino para esa locura e imaginación desbordantes, donde descubrió su primera familia de amigos, “gente apasionada e igual de loca que yo. Me sentí comprendido y me convertí en el alma de la fiesta”.

Para la cantante y compositora, la música fue una vía para decir mediante las letras las cosas que no era capaz de pronunciar a la cara. “Escribí Bullied, que nació de varios intentos. Quería sacar lo que sentía; era como ‘te lo estoy escribiendo a ti, puede que nunca la escuches, pero lo vas a oír’.

una gran guerra “He sido una persona humillada y me he querido morir pero ahora, subida en el escenario, es como decir: no me vais a pisar otra vez”, proclama Maider. Del mismo modo, recuerda con especial detalle un concierto que hizo en Galdakao, en fiestas. “Estaba nerviosa porque sabía que abajo iban a estar muchos de los que estuvieron conmigo en el Instituto. De hecho muchos me animaron y yo flipé”, cuenta.

Para Etxeandia todo lo que da vergüenza o miedo es digno de explorar y eso es lo que hizo él mediante el teatro. “Ahí está tu esencia, lo mejor y lo peor. En mi caso fue sanador el poder enfrentarme a lo que me daba tanto miedo porque en el fondo era lo que deseaba. A solas en mi habitación lo estoy deseando, entonces tendré que salir de ahí porque sé que va en contra de mi felicidad. Es una gran guerra pero creo que hay que hacerlo”, manifiesta el actor.

Etxeandia quiso sacar todo lo que le revolvía por dentro y se aventuró a hacer el espectáculo El intérprete, que le ha servido de “exorcismo”. “Soy yo con nueve años en la habitación haciendo el concierto que soñé. Quién le iba a decir a ese niño que un día iba a hacer realidad lo que él se imaginó”, comenta.

El actor confiesa estar muy orgulloso de todo la lucha que ha llevado a cabo. “Si hago una reflexión total, he salido victorioso”, dice. Por su parte, Legarreta, se considera una persona fuerte por haber salido de ahí, ya que llegó a tocar fondo. Pero opina que aún hay mucho que hacer: “En la sociedad pasa el bullying todos los días y se llama de distintas maneras: machismo, racismo, homofobia... hay que seguir luchando”, concluye.

maider legarreta, cantautora de Galdakao, habla de sus experiencias en sus canciones. ‘The road’ es su segundo trabajo. Estudia en Musikene.

asier etxeandia, ni actor ni cantante, artista. No le gustan las etiquetas ni que lo encasillen en un solo ámbito, como lo hicieron en el colegio cuando sufrió bullying.